Analistas 15/03/2025

Desafíos pendientes en la educación superior

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

La expansión de la matrícula ha convertido la calidad educativa en un desafío central. La educación superior en Colombia y en América Latina es heterogénea: coexisten instituciones de excelencia reconocidas internacionalmente con otras de menor impacto en la calidad.

Para enfrentar estas brechas, los países han desarrollado sistemas de aseguramiento de la calidad. En las últimas tres décadas, casi todas las naciones latinoamericanas han creado agencias de evaluación y acreditación. Entre ellas se destacan la Comisión Nacional de Acreditación, CNA, en Colombia y en Chile. También se han desarrollado iniciativas regionales como el sistema Arcu-Sur del Mercosur y redes como Riaces y Siaces, que buscan armonizar estándares de calidad. Sin embargo, persisten retos: en Colombia, por ejemplo, solo 24% de las instituciones y 13% de los programas estaban acreditados como de alta calidad en 2020 (Ministerio de Educación Nacional de Colombia, 2023).

A 2023, la cifra para instituciones se situaba ya en 30%, sin un aumento en la proporción de programas acreditados frente al total de la oferta de educación superior activa. Uno de los principales desafíos de estos sistemas es que, en muchos casos, se centran más en indicadores de insumos y procesos administrativos que en los resultados de aprendizaje de los estudiantes. La acreditación pareciera que hubiese derivado en un proceso burocrático de cumplimiento normativo, más que en una herramienta efectiva para mejorar la calidad educativa. Definir indicadores pertinentes y medir el impacto real de los programas sigue siendo un reto clave.

También tenemos un déficit en formación docente y producción investigativa. En comparación con otras regiones del mundo, Colombia presenta un déficit en formación de posgrado de sus profesores universitarios, menos de 10% de los docentes posee título doctoral. En América Latina existen excepciones como Brasil, donde esta proporción es significativamente mayor. Esto contrasta con países europeos como Portugal, donde 60% de los docentes universitarios tienen doctorado.

En respuesta, Colombia ha implementado programas de becas para la formación de docentes en el exterior a través del Icetex o Colfuturo. En términos de producción científica, la contribución sigue siendo baja en comparación con otras regiones del mundo. La baja inversión en investigación y desarrollo es un factor limitante: mientras los países de la Ocde invierten en promedio 2,5% del PIB en I+D, en América Latina el promedio es de apenas 0,6% (cfr. Ocde, 2022).

En conclusión, el panorama de la educación superior en Colombia y en América Latina es una combinación de logros y desafíos. Si bien la cobertura ha aumentado y la diversificación institucional ha permitido atender diversas necesidades educativas, la equidad en el acceso y la calidad siguen siendo problemáticas. Colombia enfrenta retos significativos en formación docente, infraestructura y producción investigativa, mientras que los sistemas de aseguramiento de calidad deben evolucionar hacia enfoques más centrados en el aprendizaje y resultados.

Para garantizar un desarrollo sostenible de la educación superior, es fundamental fortalecer las políticas de inclusión, incrementar la inversión en educación y ciencia, y consolidar mecanismos de evaluación que realmente impacten la mejora de los sistemas universitarios. Todo esto requiere una acción decidida por parte de gobiernos, Instituciones de Educación Superior, IES, y el sector privado.