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Analistas 27/03/2021

El currículo en la educación

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

Muchas preguntas han surgido a lo largo de los últimos meses en torno a la educación y su propuesta concreta para formar a la actual generación y a las venideras. En medio de la incertidumbre y tendencias de estos tiempos, que de alguna manera han impactado la dimensión educativa de los pueblos, es necesario encontrar la respuesta más coherente y eficaz para que alcancemos el propósito central de un proyecto de educación orientado al desarrollo humano social integral y sostenible.

La misión más importante de las Instituciones de Educación Superior (IES) y de sus mediadores en la persona de sus maestros es atraer a los estudiantes a una experiencia significativa de lo que es el conocimiento y sus implicaciones -inclusive desde una responsabilidad ética- para el desarrollo y bienestar de la humanidad. El quehacer de la ciencia y tecnología con la ética jamás podrán excluirse. El proceso educativo debe tender siempre al propósito de comprender cada vez más las realidades complejas del devenir de la historia del hombre, y de su entorno, con sus múltiples necesidades. Se trata entonces de lograr saberes o de profundizar en ellos, y en el para qué de los mismos, es decir una búsqueda de generación de nuevo conocimiento, que su vez, tenga aplicabilidad o que se apropie socialmente.

El conocimiento generado en las IES es parte de lo que en su proceso de aprendizaje los estudiantes van interiorizando a través de los métodos intelectuales, las técnicas precisas, los procesos pedagógicos y didácticos, pero también ese acervo de actitudes de una comunidad académica comprometida con valores y principios que permite complementar el desarrollo de la propia vida de los educandos, para poder integrarse como miembros activos a las comunidades con quienes interactúan. Sólo así la generación, gestión y apropiación de conocimiento presenta un saber que integra a la vida, pero también ese cumulo de valores y principios para asimilar y ponerlos en práctica en la realidad de los contextos.

Por lo anterior, es necesario que las IES asuman la tarea y responsabilidad de un desarrollo curricular más coherente y consistente con el desafío de lograr una formación que valorice las competencias y habilidades del saber y del saber hacer, pero también de aquellas que permiten que el estudiante y futuro graduado aprenda a convivir con los demás, y a comprometerse en la construcción de una sociedad más humana, fraterna y en paz. La revisión del proyecto curricular de los programas académicos, considerando las distintas áreas de conocimiento, resulta ser un imperativo presente y futuro de las IES para alcanzar un aprendizaje mucho más virtuoso en perspectiva de compromiso social con la realidad que vivimos o viviremos. En este sentido, me uno a lo que el afamado profesor de Harvard, Michael Sandel ha expresado en su último libro La tiranía del mérito … “La educación siempre será una apuesta que intrínsicamente tiene un propósito para construir el bien común y no para destruirlo. La educación superior no se puede instrumentalizar” ... Se trata de que las ciencias pasen de sus contenidos, de solo los datos, a los significados más profundos, encaminándose en la búsqueda apasionada del bien para todos. Finalmente, si todo lo ya expuesto no se traduce curricularmente, quedará relegado a iniciativas paralelas, voluntarias, esporádicas, fragmentadas y sin mayor incidencia en la formación para la vida, en una formación que vele y asegure el desarrollo humano social integral y sostenible, y de ahí la importancia para la educación de un currículo transformado.

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