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Intentar la armonía en y de los actores del proceso educativo, lleva a que se considere el ambiente de aprendizaje como clave de mejora de la educación en todas sus expresiones formal, informal, digital, no presencial, sincrónica o asincrónica, etc. Cuando los educadores modelan y nutren una manera de ser que enfatiza los beneficios y la satisfacción derivados del aprendizaje, podemos afirmar que el ambiente de aprendizaje es la persona misma del educador y su impacto en el proceso de aprendizaje es de suma importancia. El profesor como el ambiente de aprendizaje requiere bienestar personal y acciones intencionadamente educativas, inteligentemente acompañadas y corresponsablemente valoradas-evaluadas.
Los profesores, como parte primordial del proceso de enseñanza-aprendizaje, necesitan conocer el nivel de motivación suyo y no solo el de sus estudiantes, cualquiera que sea la disciplina que imparten. Así podrán intervenir de manera efectiva en la formación intelectual y afectiva de los estudiantes, y en la creación de valores indispensables para vivir su ciudadanía. La motivación —que puede cultivar el profesor— será efectiva si está asociada al interés de los alumnos, lo cual se produce cuando estos toman conciencia del motivo y la necesidad de aprender.
Un ambiente de aprendizaje es un entorno físico (y ahora virtual) y psicológico de interactividad regulada en donde confluyen personas con propósitos educativos. En el contexto de la educación 1.0 había una persona que sabía y la otra “que no”, uno que transmitía la información y otro, la recibía. En la educación 2.0, el profesor pasa a ser consejero, guía e intermediario.
Por su parte, la educación 3.0 permite reconocer al profesor como quien lidera una creación compartida, cooperativa y colaborativa del conocimiento. Finalmente, en la educación 4.0 se hace una apuesta donde profesor emerge desde su figura mediadora, y con la disposición suficiente para interactuar con asistencias pedagógicas basadas en la inteligencia artificial. El profesor requiere saberse responsable del otro para modificar y adaptar la experiencia de aprendizaje propuesta a las necesidades e intereses del estudiante; desde una perspectiva humanista, la persona como ambiente es un entorno creado intencionalmente y dispuesto por el profesor para influir en la vida y en la conducta del estudiante por medio del modelaje.
La motivación considera los procesos que energizan y dirigen la conducta, y estos emanan tanto de fuerzas internas en el individuo —necesidades, emociones, cogniciones— como de sucesos en el ambiente, en la sociedad y/o en la cultura, que atraen o repelen al individuo a participar o no en una acción específica. Según la teoría del interés, el hecho de estar interesados en una actividad motiva a continuar la actividad cuanto sea posible. Los intereses bien desarrollados de los profesores involucrados pueden motivar el compromiso continuo con la actividad que se propone y/o se realiza. Un profesor que recibe feedback positivo por pares y estudiantes en relación con una clase (o espacio académico), puede elegir continuar mejorando sus intervenciones, pues la teoría del interés sugiere que los valores de la tarea pueden llevar a un interés más profundo, que luego, puede influir en las decisiones posteriores.
El profesor motivado es ambiente de aprendizaje cuando propone nuevos modos de pensarse, cuando provoca reconfiguraciones de metas y planes de vida; cuando vive valores propios que impactan el universo axiológico del estudiante; cuando cuestiona o enriquece las creencias y expectativas del alumno, acompañándole en el proceso de ser persona; cuando provoca intencionadamente la autoapropiación de las emociones, mejorando el nivel de atención, el esfuerzo mostrado, la latencia, la persistencia, la elección optada, la probabilidad de respuesta al estimulo intencionadamente propuesto, las expresiones faciales o ademanes corporales que en su conjunto evidencian el involucramiento cognitivo, el emocional y el conductual.
Encontramos profesores con miedos a la innovación, incomprendidos como agentes de cambio social, con desgastes emocionales por esta nueva realidad educativa postpandemica, pero cuando un profesor intencionalmente enseña, asertivamente se comunica, pedagógicamente acompaña, existencialmente se entiende y se valora en el ejercicio de su profesión, el resultado será que el ambiente de aprendizaje es el profesor motivado a enseñar, potenciado desde su interior.