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Comenzamos un nuevo año con la esperanza puesta en que todos los propósitos hechos a nivel personal y social van a desarrollarse de manera positiva. La actitud es estar abiertos a que el corazón de todos esté dispuesto a hacer realidad los sueños y deseos que nos hemos propuesto en estos primeros días del año más allá de los comunes que normalmente nos hacemos, como por ejemplo dejar de comer dulces y comenzar a hacer ejercicio en beneficio de la propia salud.
Tenemos mucha esperanza y ganas de que las realidades que sucedan durante este nuevo año que la vida y Dios nos regala, estén enmarcadas en el principio de los sentimientos buenos y amables que como seres humanos podemos desarrollar.
Uno de esos sentimientos clave es la generosidad como valor esencial para vivir todos los objetivos, retos y desafíos que tenemos para explorar de aquí en adelante.
La pregunta que nos hacemos es qué podría significar practicar la generosidad como un enfoque para desarrollar la misión educativa que nos corresponde a todas las Instituciones de Educación en sus diferentes niveles y, especialmente a los actores de esta.
Vale la pena comprender que la orientación de receptividad abierta en las relaciones interpersonales a las que estamos llamados en el mundo y en nuestro país de manera especial, por lo que ha significado la tensión a la polarización que no nos ha dejado avanzar, también esté al servicio de la educación.
La receptividad abierta es poder expandir nuestro pensamiento y, para ello, debemos ser receptivos a los demás. La generosidad epistémica es un modo de respuesta que está abierto a la sorpresa, al asombro y a la dificultad de la fricción que de manera real nunca va a faltar, pero que el modo de enfrentarla se hace con actitud abierta.
La esperanza en la generosidad es creer que las cosas pueden ser diferentes, de que nuevos entendimientos son posibles, de que lo inesperado puede ser enriquecedor y transformador, aunque sea un riesgo, pero hay que atreverse a vivirlo porque estoy seguro de que podemos ganar más desde esta orientación que desde la orilla de la polarización.
En definitiva, la generosidad epistémica es una apertura esperanzada y respetuosa hacia otras ideas, posiciones, personas y problemas. Implica estar dispuesto a dejar de lado los propios conceptos y verdades, aunque sea temporalmente, para escuchar y aprender.
Es importante destacar que este tipo de generosidad no significa necesariamente aceptar, condonar o estar de acuerdo con todo lo que el otro dice o cree.
Estamos todos invitados en este nuevo año a dar lo mejor de cada uno, de modo particular a vivir la práctica de la generosidad epistémica que implica el desafiante trabajo de permanecer abierto a la diferencia, la dificultad y la fricción.
En última instancia, implica un compromiso con el pensamiento en lugar de la fácil repetición de ideas aceptadas, obstinadas y defensivas.
En aras de luchar por el derecho a pensar, que es necesariamente lento y a menudo no lineal, a preguntarse y sorprenderse, a escuchar sin intención extractivista y a comprometerse con otros de una manera no transaccional, necesitamos reconocer e insistir en el valor de la generosidad para el pensamiento crítico, la educación y la construcción social en general.