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El enfoque que se desarrolla hoy en el mundo respecto a la ciencia abierta como oportunidad de democratización del conocimiento, ha traído ventajas dirigidas al fortalecimiento del sistema educativo y, por ende, también al mejoramiento del desarrollo social y económico de los países. Este enfoque se ha vigorizado aún más con el aprovechamiento de las tecnologías digitales que han hecho posible un mayor acceso y cobertura.
En los últimos años, la ciencia abierta ha capturado gran interés por parte de científicos, hacedores de políticas y agencias de desarrollo internacional, en gran parte debido a los beneficios prometidos por las nuevas prácticas. Sin embargo, a medida que las ideas de ciencia abierta se transforman en iniciativas concretas, comienzan a enfrentar desafíos que pueden retrasar o impedir su implementación. Entre ellos se incluyen: la ausencia de conocimiento o capacidades para realizar nuevas prácticas, las barreras normativas o institucionales que impiden avanzar en la apertura, y la falta de infraestructura que desalienta su adopción.
Aunque el enfoque de la ciencia abierta podría considerarse como uno de los principales medios para mejorar las prácticas de investigación y de publicación de investigaciones, queda camino por recorrer para aprovechar al máximo su potencial. A pesar de las alentadoras orientaciones políticas y algunos esfuerzos prácticos tanto a nivel nacional como sectorial, el desempeño de la educación superior frente al movimiento de ciencia abierta todavía deja mucho que desear. Las TICs amplían la posibilidad de compartir. Hoy se pueden encontrar online bases de datos de proyectos científicos, notas de laboratorio, plataformas que invitan a la participación de ciudadanos en ciencia. El acceso a estos recursos y la posibilidad de trabajar colaborativamente promete una transformación de la producción de conocimiento científico en tres direcciones: a) se mejora el rendimiento económico de la inversión en investigación científica, ya que se acelera la obtención de resultados y se mejora su calidad; b) se amplía el número y la diversidad de actores que acceden al conocimiento científico; y c) hay mejor alineación de las necesidades sociales con la producción de conocimiento científico. En este sentido, pensando en estrategias a largo plazo, se deben fortalecer iniciativas en lo que respecta a la mejora del compromiso político, la integración y promoción de políticas de acceso abierto, el desarrollo de estrategias claras, el fomento y la creación de planes de incentivos, el desarrollo de la infraestructura necesaria, y la eliminación de barreras de ciencia abierta.
Otra área de preocupación es la participación limitada de las Instituciones de Educación Superior (IES) en el diseño de políticas y estrategias y el aprovechamiento de sus productos de acuerdo con los preceptos de la nueva dirección de acceso abierto. Esto sugiere la necesidad de un esfuerzo más organizado para crear una mejor conciencia y operaciones planificadas.
Con un entorno político alentador, las IES deberían apresurarse a aprovechar las nuevas oportunidades. De hecho, estas deberían estar a la vanguardia de los esfuerzos para apoyar las nuevas iniciativas y crear formas innovadoras de mejorar la concreción de este enfoque para un impacto significativo en la construcción de un país con bienes públicos para toda su población, especialmente para los más golpeados por las implicaciones sociales que dejó este momento.