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Analistas 14/10/2023

¿Qué saberes para los profesionales de 2050?

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

No se trata de forzar una tendencia, mucho menos hacer una predicción atrevida de lo que deben saber los profesionales dentro de 27 años, menos cuando la humanidad está frente a revoluciones transformadoras que no imaginamos.

Desde lo tecnológico, el neuro-aprendizaje, la realidad virtual, la realidad aumentada, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, la bioingeniería, la big data, la revolución de la naturaleza, y muchas otras transformaciones que están sucediendo que impactan el desarrollo sostenible de los pueblos. Solo estamos seguros de lo inseguro, de lo imprevisto y del cambio; los grandes relatos de la humanidad construidos sobre la persona, la sociedad, la convivencia, la economía, la política, la ética y las organizaciones parecieran que hubiesen fracasado. Por esto insisto, una vez más, hay reorganizar la esperanza.

Los movimientos muy fuertes que preocupan al mundo son sin lugar a dudas realidades que afectan la vida de las Instituciones de Educación Superior (IES), las ofertas académicas de estas, el fin de la investigación y los saberes que se aprenden y desaprenden.

Se trata de frentes mayúsculos entre otros el de la globalización-movilidad del conocimiento, de la competencia en aumento, de la presencia arrolladora e inevitable de las tecnologías disruptivas emergentes e innovaciones transformadoras, del acceso abierto, el big data, la sostenibilidad y la equidad de la humanidad.

Analizando críticamente estos movimientos aceleradores y propiciadores del cambio, surgen grandes preguntas: ¿qué deben aprender nuestros futuros profesionales?, ¿qué ofrecen las IES, si supuestamente la web lo tiene todo? ¿qué tipo de saberes ofrecerán los educadores de 2050? Estas preguntas nos ponen definitivamente de cara a cuestiones de fondo.

Corremos el gran peligro de caer a los pies de la tecnología, de que ella incida de manera imperceptible en nuestras decisiones, de que ejerza tanta influencia sobre nosotros que se acabe toda crítica, poder de discernimiento y capacidad de direccionar o reorganizar el mundo hacia el sumo bien: el ser sagrado de la persona, la vida, la humanidad, la supervivencia del planeta en equidad de oportunidades para todos y con marcada sostenibilidad en todas las dimensiones.

Por ello, los futuros profesionales deben elaborar el andamiaje de los valores de todo lo que sigue siendo sagrado para la persona, las comunidades y el mundo.

Deberán desarrollar los saberes de fondo y la vida interior necesarios para participar y emprender un nuevo imperio del bien, para el hogar universal viable, sostenible, entendida como la casa de todos, construida para la felicidad y la realización de sus proyectos personales de vida y el bien común.

Es fundamental que desarrollen capacidades y actitudes gestoras e innovadoras, con competencias para generar mejores formas de crear valor social al de su oferta académica, capaces de evaluar las tecnologías e integrarlas en cada ocasión.

Los profesionales deben tener enormes fortalezas e implicación en los procesos de aprendizaje y generación de conocimiento en los distintos momentos de la aplicación del ciclo de vida y, finalmente, profesionales que medien, acompañen y den soporte presencial y virtual, sincrónico y asincrónico al aprendizaje y la autoformación humana y compleja para que transfieran socialmente sus conocimientos al bien de una sociedad ética, equitativa y en paz.

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