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La pregunta sobre la pertinencia de la investigación científica será siempre una oportunidad para evaluar qué tanto contribuyen sus resultados a la transformación de las realidades de comunidades, pueblos y naciones. En este contexto, hoy se hace eco a lo que la última reunión del G20 llamó Rendimiento de la investigación 2023, que examina las tendencias de investigación e innovación en todos los países miembros de este selecto grupo, y que incluye datos sobre cómo la base de investigación de cada país está aportando al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Para la comunidad científica actual la sostenibilidad está en el centro de todo lo que se realiza para ayudar a resolver algunos de los desafíos más difíciles que enfrenta el mundo, con genialidad e inteligencia transformadora, traducidos en innovaciones revolucionarias. Como el G20 representa casi dos tercios de la población mundial y gasta más de 80% de su PIB, estos países tienen una influencia desproporcionada sobre la probabilidad de que cumplamos estos objetivos trazados al 2030.
El progreso es débil aún en la mitad de los objetivos y el mundo se ha estancado o retrocedido en más de 30% de los ODS, dice la ONU. Gran parte de esa influencia proviene de la investigación académica; temas como el agua potable, la energía limpia, el consumo y la producción responsables, son de gran relevancia en los proyectos investigativos de la comunidad académica mundial y local para resolver las grandes necesidades que las comunidades hoy revelan.
Existen muchas razones políticas que explican el poco avance, pero también está claro que la ciencia podría desempeñar un papel mucho más trascendental para alcanzar estos objetivos.
Nos movemos en la urgente necesidad de un enfoque para el desarrollo científico de las naciones y, en particular, de la comunidad académica, que centre su atención en la sostenibilidad del mundo. Este enfoque, centrado en soluciones, con plazos determinados, sustancial, a escala y ambicioso en el impacto previsto, debe enfatizar en la necesidad de que la ciencia interactúe directamente con la sociedad civil, las políticas responsables, los financiadores, el sector privado y otras partes interesadas relevantes, con el objetivo de co-diseñar e implementar iniciativas que conduzcan a acciones inaplazables a nivel local y global.
Cuando solo quedan siete años para lograr el cumplimiento de los ODS, hacer un buen uso del conocimiento científico, la tecnología y la innovación es más que esencial. En particular, se necesita una ciencia de la sostenibilidad que aproveche todas las disciplinas científicas, incluidas las ciencias sociales y las humanidades, en un enfoque de resolución holística de problemas y necesidades.
Se requiere por supuesto más financiación, pero aún más importante será la confianza entre las partes interesadas tanto globales como locales, anclada en el avance de teorías, métodos y nuevos conceptos. Esto exigiría inversiones continuas en ciencias básicas con enfoques disciplinarios e interdisciplinarios, y también con resultados prácticos. En síntesis, existe la necesidad imperante de nuevas formas de hacer ciencia, permitiendo que el conocimiento sea viable, menos aislado y verdaderamente comprometido con las partes y contextos, es decir, más pertinente, en un sentido amplio e integral.