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La nueva caída del precio de petróleo ha vuelto a ser el centro de atención en los mercados financieros. Desde principios de año, el crudo WTI bajó de US$54 a US$42 por barril. Típicamente, en el mundo bursátil, una caída de más de 20% ya no es una simple corrección, sino la definición de un mercado bajista, o “Bear Market” en inglés. El inversionista está temiendo otra crisis similar a la que asistimos al principio del año pasado, cuando el crudo llegó a un mínimo de US$26 y el mercado de acciones global corrigió más de 15%. Hasta la fecha, este sentimiento se ha limitado a la industria petrolera, pero vale la pena analizar los factores de esta caída y analizar las perspectivas.
Como en la mayoría de los mercados, el precio del petróleo lo determina la oferta y la demanda. Generalmente, la demanda es bastante estable y las grandes fluctuaciones en el pasado han sido impulsadas por la oferta. Por ejemplo, en la crisis del petróleo de los años 70, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo decidió no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, incluyendo a Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental. El precio del crudo subió de US$3 a US$12 entre 1973 y 1974, causando fuertes efectos inflacionistas y una contracción de la economía en los países afectados.
En los últimos tres años, por el contrario, hemos presenciado un importante descenso del precio del oro negro, desde alrededor de US$100 entre 2011 y 2014. ¿Qué cambió en 2014? El evento más importante fue la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep). El mensaje de Arabia Saudita y de los otros miembros fue que ya no estaban dispuestos a ser los productores marginales y sacrificar la cuota de mercado para apoyar precios más altos del petróleo crudo en beneficio de los productores de alto costo. Su objetivo principal fue perjudicar la floreciente industria de la fracturación hidráulica o “fracking”.
En este momento, se estimaba que el costo promedio de producción de un barril de petróleo en EE.UU. se situaba por encima de US$60 y un precio por debajo de este nivel podría frenar las inversiones y hacer quebrar a algunos productores de alto costo. Los saudís tenían esperanza de ganar la primera batalla, aunque probablemente subestimaron la reacción del mercado. Entre 2014 y abril de 2016, el número de plataformas petroleras en EE.UU. se vio reducida de 1.500 a 300. En consecuencia, la producción en EE.UU. cayó de 9,6 millones de barriles por día en junio de 2015 a un mínimo de 8,6 millones en septiembre de 2016.
De hecho, la caída del precio del petróleo fue tan fuerte que hasta los saudís (que tienen costos de producción mucho más bajos) ya no se sentían cómodos. Los ingresos provenientes del petróleo cayeron con fuerza por debajo del nivel de gasto público que necesitaban para financiar sus programas sociales. En consecuencia, en noviembre de 2016, la Opep (junto con algunos países productores fuera de la Opep, como Rusia) decidió reducir y limitar la producción. En mayo del 2017, renovaron este acuerdo por nueve meses más, con el objetivo de reducir los inventarios globales al promedio de los últimos cinco años y elevar el precio del petróleo. Hasta la fecha, esta estrategia ha fracasado.
La razón fundamental es que la industria de fracking en EE.UU. resurgió de sus propias cenizas, adaptándose a un precio de petróleo mucho más bajo. Reducciones de costos y avances tecnológicos ayudaron a reducir el costo de producción promedio de por encima de US$60 en 2014 a aproximadamente US$35 por barril. En consecuencia, la producción de petróleo rebotó y ya está por superar los máximos de los principios de 2015. Las petroleras americanas también han mejorado sus balances, con lo que el riesgo de quiebras masivas se ha reducido sustancialmente. Esto explica que el mercado más amplio no haya reaccionado, cuestión que podría cambiar si el precio del petróleo sigue cayendo.
El sentimiento en el mercado es demasiado negativo. Es cierto que la industria de fracking es muy fuerte, pero ya se empieza a ver más incremento de costos por escasez de equipos y mano de obra. Por otro lado, a pesar de una tendencia de largo plazo hacia energías alternativas, la demanda debería seguir aumentando, gracias al crecimiento de los mercados emergentes, sobre todo India. Finalmente, siempre es posible tener una reacción más fuerte de los saudís, quienes están preparando el IPO (oferta pública de venta) de Saudi Aramco, que será el más grande de la historia.
Desde Arabia Saudí se apunta a una valoración de US$100.000 millones, pero para lograrlo, el precio de petróleo tiene que aumentar. En conclusión, la caída actual es probablemente una oportunidad de compra para empresas petroleras sólidas. Lo más recomendable es invertir en infraestructura petrolera en EE.UU., que no depende tanto del precio de crudo y son los más beneficiados del contraataque de la industria de fracking.