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Con colaboración de Eduardo González Ciccarelli
Sin duda alguna, la pandemia del covid-19 ha acelerado la adopción de tendencias y tecnologías que definitivamente cambiarán el mundo y sedimentarán el camino a una nueva ola de innovaciones.
Un mundo sin papel moneda o efectivo, puede haber sonado a ciencia ficción algunos años atrás, sin embargo, la adopción masiva del comercio electrónico, la flexibilidad de la banca tradicional, y la migración de nuestra vida cotidiana al mundo digital gracias a las órdenes de cuarentena, ha dejado claro, que un mundo sin efectivo es algo posible.
Esta tendencia se denomina como una sociedad cashless, la cual ha empezado a desplazar con éxito el uso del efectivo poniendo a los pagos electrónicos y con tarjeta como el método de pago por preferencia entre las generaciones más jóvenes, incluso algunos prefieren usar estos métodos para que quede el registro de sus gastos y posteriormente evaluar sus presupuestos personales. Un movimiento global el cual parece ser imparable.
En otras palabras, una sociedad sin dinero en efectivo es aquella en donde se ha producido un cambio profundo en su infraestructura de pagos. En ellas se ha llevado a cabo la eliminación total del dinero en efectivo para todo tipo de intercambio económico, personal, comercial e incluso financiero. Promoviendo exclusivamente pagos electrónicos y digitales como lo pueden ser tarjetas de débito, crédito, transferencias y el intercambio de dinero digital.
Si bien es verdad que el efectivo aún es uno de los métodos preferidos para algunas generaciones y representa cerca de 85% de las transacciones comerciales a nivel global, este porcentaje ha ido decreciendo. Hoy en día es muy común que la personas -en especial los jóvenes- no lleven dinero en efectivo en sus bolsillos.
Esto en parte se debe a la rápida adopción de aplicaciones que permiten transferencias de persona a persona, las facilidades que la banca electrónica proporciona y el boom de las compañías procesadoras de pagos como PayPal, Visa, MasterCard, Square, entre otras.
De hecho, este cambio es el resultado precisamente de algo común en estas empresas; el auge del internet, la llegada de las computadoras personales y la adopción masiva de los teléfonos inteligentes, los cuales han creado una preferencia por lo digital, cambiando la forma en la que interactuamos, consumimos y pagamos.
Por otra parte, precisamente las compañías procesadoras de pagos anteriormente mencionadas y el auge del comercio eléctrico a través de empresas como Amazon, eBay, Mercado Libre y Alibaba son el complemento perfecto para impulsar aún más esta mega tendencia. Todo esto ha resultado en que lo cotidiano sea de fácil acceso a través del pago de bienes y servicios con tarjetas, transacciones en línea incluso mediante dispositivos móviles.
No es sorpresa que las nuevas generaciones como los millennials y la generación Z son las que más han intensificado esta transición. Estas generaciones se caracterizan por vivir en un periodo en el que se dio el inicio de la digitalización y la expansión masiva del internet, por lo que están acostumbradas al uso de pagos alternativos en su día a día. Incluso se estima que la generación Z, que son aquellos nacidos entre 1994 y el 2010, será la primera generación que logre dejar atrás el dinero en efectivo por completo.
Si bien la tendencia por lo cashless es un fenómeno creciente, existen grandes retos pues los pagos en efectivo son una parte fundamental de la economía actual. Para que el efectivo sea realmente eliminado, deben realizarse cambios estructurales a nivel global, ya que por ejemplo pasar a una sociedad completamente cashless podría significar que millones de personas queden excluidas financieramente, ya que gran parte de la población mundial no tiene acceso a la banca tradicional.
Esto enfatiza en la necesidad que los bancos, los gobiernos y las empresas de tecnología financiera trabajen juntos para garantizar una inclusión financiera, donde los más vulnerables, los que tienen menos recursos y las personas de la tercera edad no queden desprotegidos durante esta transición. Esta es una de las razones por la cual muchos economistas dicen que aún no estamos listos para migrar por completo del dinero en efectivo.
Pero, por otra parte, en la gran mayoría de los casos, el efectivo se ha convertido en un problema con el que lidiar, independientemente de si eres un consumidor o un minorista. Teniendo esto en consideración, un estudio realizado por J.P. Morgan analizó la evolución histórica de las preferencias de los consumidores americanos en cuanto al uso de los diferentes métodos de pago tradicionales.
Se encontró que para el año 2000, 47% de las transacciones fueron realizadas en cheques, mientras que el efectivo representaba 21% y las tarjetas de crédito y débito solo un 26% y 6%, respectivamente. En este análisis realizado pre-pandemia, se estima que para 2020 las transacciones en efectivo disminuyan a 15%, los cheques a 3% y las tarjetas de crédito y débito crezcan al 46% y 36% respectivamente.
Por otro lado, en el mismo estudio se obtuvo, que para el año 2000, los pago realizados a través de tarjetas y de forma electrónica, representaron solo un 27% del gasto de consumo personal de los americanos. Se estima que para el 2022 estos medios de pago representaran un 67%. Cifra que seguro se quedara corta, con el efecto del coronavirus.
Esto deja en evidencia que se está dejando atrás el uso de las formas tradicionales de pago, y que la idea de sociedad cashless se está convirtiendo en una realidad principalmente en las regiones más desarrolladas. De hecho, ciertos países como Suecia, Finlandia y Corea del Sur ya están haciendo movimientos importantes para crear una economía totalmente sin efectivo. Quizá el papel moneda está siguiendo poco a poco el mismo camino que antiguas tecnologías como las fotografías impresas, los casetes de música e incluso los DVD.
Ahora bien, la pregunta que nace es si la pandemia también acelerará aquella transición a una sociedad sin efectivo.