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Analistas 09/03/2015

Combatiendo el culto a la inflación

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Esto sigue siendo cierto en gran parte de la ciencia económica. Pero en las áreas que más importan dado el estado del mundo, no es para nada cierto. La gente que en 2009 declaró que el keynesianismo era un disparate y que la expansión monetaria inevitablemente causaría inflación descontrolada sigue diciendo exactamente lo mismo luego de seis años de inflación inactiva y abrumadora evidencia de que la austeridad afecta las economías exactamente como los keynesianos dijeron que lo haría.

Y no solo estamos hablando de bichos raros sin credenciales; estamos hablando de fundadores del Comité en la Sombra de Mercado Abierto y de galardonados premios Nobel.

Obviamente, no solo se trata de economía; cubre todo tipo de cosas, desde la ciencia climática y la evolución hasta la historia personal de Bill O’Reilly. Pero eso en sí mismo es revelador: la economía académica, que sigue pretendiendo ser arena de investigación intelectual abierta, parece estar profundamente infectada con la politización.

Entonces, ¿qué deberíamos hacer los economistas que piensan como yo?

Veo tres opciones:

1.- Seguir escribiendo y hablando como si aún tuviéramos un diálogo intelectual genuino, con la esperanza de que la educación y la persistencia hagan realidad la pretensión. El problema con esta estrategia es que puede terminar legitimando trabajos que no merecen respeto; y también está la tendencia a dejar que el propio trabajo sea distorsionado para intentar encontrar terreno común donde no existe.

2.- Señalar la incorreción, pero de forma tranquila y educada. Esto tiene la virtud de ser honesto, y útil para cualquiera que lo lea. Pero nadie lo hará.

3.- Señalar la incorreción es formas diseñadas para captar la atención de los lectores; ridiculizando donde resulta apropiado, con comentarios de desprecio con todo e insultos. Esto hará que la gente lo lea. También hará que se gane seguidores, y muchísimos amargos enemigos. No obstante, una cosa que no hará es cambiar una mente cerrada.

¿Hay un buen motivo por el que opto por la opción número 3 además de simplemente querer decir la verdad y de paso divertirme? Sí, porque el punto no es convencer a Rick Santelli, de la CNBC, ni al economista Allan Meltzer de que están equivocados, lo que nunca va a pasar. En cambio, el punto es disuadir a otras partes de la falsa equivalencia. No se puede hacer que cambien de idea los que rinden culto a la inflación, pero los reporteros y editores que tienden a publicar notas del tipo “difieren opiniones sobre la forma del planeta” pueden ser disuadidos ocasionalmente si se muestra que están dando crédito a charlatanes. Y eso, a su vez, puede mover gradualmente los términos de la discusión.

Y la historia del culto a la inflación es, según creo, un ejemplo de primera. Sí, sigue habiendo cobertura que trata a ambos lados como equivalentes, pero ni remotamente de forma tan consistente como antes. Cuando Paul “Híper inflación en los Hamptons” Singer se queja de la “Krugmanización” de los medios (que tiene el descaro de señalar que la inflación que él y sus amigos siguieron prediciendo nunca se materializó), es una señal de que estamos avanzando algo.

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