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Bajo estándares normales, es una gran nada. Pero en este caso aplican las Reglas Clinton, bajo las que el comportamiento maligno es el supuesto automático: donde hay humo debe haber fuego, incluso cuando todo mundo sabe que los sospechosos de siempre están usando grandes máquinas de humo.
Pero Jeffrey Toobin recientemente agregó otro giro en The New Yorker: en el grado en que algunas cosas pudieran haber sido clasificadas después del hecho, es una muy buena suposición pensar que no debieron haberlo sido, dado que el gobierno clasifica todo (lea su artículo aquí: nyr.kr/1JhSNi4.)
Sé un poco de esto por experiencia propia, aunque muy vieja. Fui el economista internacional sénior del Consejo de Asesores Económicos entre 1982 y 1983 (sí, Ronald Reagan era presidente, pero era un puesto tecnócrata. El economista nacional sénior era un tipo llamado Lawrence Summers. ¿Qué habrá sido de él?). En ese puesto, recibía muchos informes etiquetados como “SECRET NOFORN NOCONTRACT PROPIN ORCON” (o no para lectura de extranjeros, contratistas, información exclusiva, origen controlado). No puedo recordar ningún documento etiquetado como tal que incluyera información que fuera remotamente delicada, o en realidad, que contuviera cosas que no se pudieran leer en The New York Times o The Washington Post.
Y muy pronto adopté una postura muy causal respecto al tema. Teníamos un oficial de seguridad que iba a nuestras oficinas por la noche, y si encontraba material clasificado lo agarraba, lo ponía en la caja de seguridad y emitía una falta. Afortunadamente, el presidente del consejo recibía aún más faltas que yo.
Por supuesto, no estaba trabajando en un área de genuina inquietud de seguridad. Pero como que de eso se trata.
Carter, Reagan y Maquiavelo
Rex Nutting, un editor de MarketWatch, escribió recientemente un muy buen artículo sobre la realidad de la presidencia de Jimmy Carter, que ha sido distorsionada más allá de todo reconocimiento por el mito de San Reagan (lea el artículo aquí: on.mktw.net/1hOvdn7). Tal como lo señala el Sr. Nutting, el Sr. Carter presidió con un promedio más alto de crecimiento laboral y menor desempleo que el Presidente Reagan; desafortunadamente para el Sr. Carter, los tiempos fueron malos. Tuvo vigoroso crecimiento durante gran parte de su presidencia, pero una recesión al final.
O para ser más específico: la Reserva Federal metió a la economía en el escurridor de 1979 a 1982 para hacer bajar la inflación. El Sr. Carter presidió durante la primera mitad de esa doble recesión, y fue culpado injustamente por ello. El Sr. Reagan presidió durante la segunda parte, e injustamente fue acreditado por la subsiguiente recuperación.
Lo que se ve en todo esto es el notable dominio político de las tasas de cambio recientes incluso en comparaciones de mediano plazo. El ingreso medio familiar real, que creció significativamente durante todo 1979, todavía estaba lejos de regresar a ese pico al final del primer mandato del Sr. Reagan. Sin embargo, el Sr. Carter fue echado del cargo entre escarnios, mientras que el Sr. Reagan ganó abrumadoramente como triunfante salvador económico.
Pero Maquiavelo entendía muy bien de esto: “De donde se concluye que, al apoderarse de un Estado, todo usurpador debe reflexionar sobre los crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez, para que no tenga que renovarlos día a día”, escribió en El Príncipe.
Asegurarse que lo malo pase al principio de su gobierno para poder clamar crédito cuando las cosas mejoren, incluso si deja a la nación en peores condiciones que cuando llegó
Controversia por el correo electrónico
La campaña presidencial de Hilarry Clinton ha enfrentado escrutinio durante gran parte del verano por el uso de una cuenta privada de correo electrónico para correspondencia oficial cuando fue secretaria de Estado.
Durante el mandato de la Sra. Clinton en el departamento de Estado, entre 2009 y 2013, se desalentaba el uso de cuentas privadas, pero no estaba explícitamente prohibido, y la Sra. Clinton optó por usar un dominio personal conectado a un servidor privado de su casa para la correspondencia electrónica. Informes recientes se han centrado en la posibilidad de que la Sra. Clinton pudo haber divulgado información clasificada en sus correos electrónicos, lo que hubiera ido contra las reglas del departamento de Estado porque secretos nacionales podrían ser vulnerables a ataques de piratas cibernéticos.
Hace unos meses, la Sra. Clinton declaró que “no hubo material clasificado” en sus correos electrónicos, pero luego que surgieran a la luz informes noticiosos que sugerían que parte de la información en su correspondencia era clasificada pero no marcada como tal, clarificó que “no envié, ni recibí material marcado como clasificado”.
Jeffry Toobin, escritor de planta de The New Yorker, explicó en un artículo a principios de este mes que la Sra. Clinton pudo haber hablado de información técnicamente clasificada, pero “Tal como explicó (el ex senador Daniel Patrick Moynihan) en su libro ‘Secrecy: The American Experience’ y como lo exploró durante toda una vida al servicio público, la definición de lo que constituye secreto gubernamental nunca ha sido clara”.
El Sr. Toobin continuó: “Uno de los intercambios de correo electrónico de Clinton potencialmente clasificado no es nada más que una discusión sobre un artículo de un periódico sobre drones. Que dicha discusiones pudiera ser clasificada subraya la absurdez del sistema actual”.
Algunos analistas creen que la controversia por el correo electrónico quedará en la nada, y la Sra. Clinton sigue siendo una favorita para la nominación presidencial demócrata. No obstante, sus números en las encuestas de opinión han caído durante los últimos meses, y algunos expertos lo atribuyen a la persistente cobertura mediática negativa de este tema.