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Una ligera debilidad del libro, empero, es que el marco general del Sr. Piketty no hace un buen trabajo en lo que respecta a explicar la explosión de la desigualdad del ingreso en Estados Unidos, que hasta el momento ha sido motivada principalmente por el ingreso salarial y no por el capital. El Sr. Piketty sí lo aborda, pero como que es algo tangencial a la historia central.
No importa; sigue siendo una obra maestra. Pero he estado pensando un poco en esto, y una cosa que me llama la atención es el notable grado en que el conservadurismo estadounidense de 2014 parece enfocarse a defender y promover el capitalismo patrimonial, pese a que aún no hemos llegado a eso.
Recordemos la administración de George W. Bush, cuyo principal tema económico era el mensaje de la “sociedad de la propiedad”, que en efecto decía que nadie era un estadounidense hecho y derecho, sin importar lo mucho que trabajara, a menos que tuviera muchos activos. Recordemos el famoso tuit de Eric Cantor en el Día del Trabajo de 2012, donde el líder de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes aprovechó la ocasión para celebrar a los dueños de las empresas, en lugar de a los trabajadores. Más recientemente, Mike Konczal, del Instituto Roosevelt, ha señalado que pese a las quejas de que el Tea Party de cierta forma representa una rebelión contra la dominación empresarial del Partido Republicano, la agenda del Tea Party corresponde casi perfectamente con las metas de Wall Street.
Ah, y no olvidemos la larga cruzada contra el impuesto estatal.
En breve, el Partido Republicano cada vez es más un partido que apoya consistentemente, y de hecho de forma reflexiva, los intereses del capital sobre los del.
¿Pero, por qué?
Bueno, una cosa que se podría considerar sería que el partido está respondiendo a un cambio en la sociedad; ¿No es verdad que cada vez son más los estadounidenses dueños de activos, por ejemplo, a través de sus cuentas de jubilación?
Y la respuesta es que no. De hecho, la concentración de ingresos del capital en pocas manos ha aumentado marcadamente. Escondida en las profundidades del informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso sobre tendencias en la distribución del ingreso en Estados Unidos hay información sobre la concentración de varios tipos de ingreso. Lo que estamos viendo es que la mitad del espectro político ahora concede instintivamente mucho más respeto al capital que al trabajo, en momentos en que el ingreso del capital cada vez se concentra más en pocas manos; e indudablemente se encamina a concertarse principalmente en manos de gente que heredó su riqueza.
Curioso, ¿no?
Lo que Estados Unidos no es, o de cualquier forma no fue
Recibí un correo electrónico:
“Paul, eres un traidor comunista subhumano que debería ser deportado. Eres una desgracia para los fundadores de Estados Unidos y una afrenta para la Constitución. Los republicanos creen en proteger el dinero de los TRABAJADORES, no de los RECEPTORES. Todos los trabajadores, pobres y ricos, deberían estar protegidos por igual contra impuestos altos”.
Al menos una vez al día recibo uno de estos mensajes. Pero como que resulta interesante leerlo justo después de analizar el libro del Sr. Piketty porque uno de sus puntos es que la noción moderna de que la redistribución y la “penalización del éxito” es anti y contra-estadounidense difiere completamente de la historia real de nuestro país. Una subsección del litro se intitula “Confiscatory Taxation of Excess Incomes: An American Invention”; el Sr. Piketty muestra que Estados Unidos de hecho fue pionero en cobrar impuestos muy altos a los ricos:
“Cuando analizamos la historia de la fiscalización progresista del siglo XX, es sorprendente ver qué tan adelantados estaban Gran Bretaña y Estados Unidos, especialmente éste último, que inventó el impuestos confiscatorio a ingresos y fortunas ‘excesivas’”.
¿Por qué fue este el caso? El Sr. Piketty señala el ideal igualitario estadounidense, que se llevó bien con el temor a crear una aristocracia hereditaria. Los impuestos altos, especialmente a los estados, estuvieron motivados en parte por “temor a llegar a parecerse a la Vieja Europa”. Entre los que apelaron por impuestos estatales altos bajo supuestos sociales y políticos estuvo el gran economista Irving Fisher.
Solo para reenfatizar el punto: durante la Era Progresista, era común y ampliamente aceptado apoyar impuestos altos a la ricos, específicamente para evitar que los ricos se hicieran más ricos; postura que pocos de la política actual se atreverían a respaldar.
Y tal como lo ilustró tan vívidamente la persona que me escribió, en estos días mucha gente se imagina que la redistribución y los impuestos altos para los ricos son la antítesis de los ideales estadounidenses, de hecho prácticamente comunismo. No tienen idea (y no creerían) que, en realidad, la redistribución es tan estadounidense como la tarta de manzana.