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En la tercera etapa de su reciente gira por el extranjero, Mitt Romney colmó de elogios a la economía polaca: “Ahora, cuando los economistas hablan de Polonia”, dijo en un discurso pronunciado en Varsovia el 31 de julio, “no es para lamentar problemas crónicos sino para describir cómo es que esta nación empoderó a los individuos, levantó la fuerte mano del gobierno y se convirtió en la economía de mayor crecimiento de toda Europa”.
No fue una metida de pata tan grande como sus elogios al sistema de servicio médico de Israel de “pagador único más controles de precio”, pero no fue bueno.
Por un lado, Polonia tiene un gobierno sustancialmente más grande que el de Estados Unidos; en 2007 _ esto es, antes de la crisis _ el gobierno polaco gastó 42 por ciento del PIB, en comparación con el 37 por ciento del gobierno de Estados Unidos. Y pese a lo que Romney afirmó, no hubo una tendencia obvia hacia un gobierno más chico. El gasto de Polonia como porcentaje del PBI fue aproximadamente el mismo en 2007 que en 2000. Ah, y Polonia también tiene cobertura médica universal.
Más allá de eso, hay una buena explicación para la relativa capacidad de resistir de Polonia durante la crisis en comparación con la mayor parte de Europa: la depreciación de la moneda, o como lo dicen los republicanos, degradar la moneda (note que el incremento que se muestra en el gráfico de esta página es una caída en el zloty).
Cuando el capital fluía a la periferia europea, Polonia respondió con apreciación en lugar de inflación, y cuando los flujos de capital se secaron, Polonia rápidamente recuperó competitividad con depreciación, en lugar de tener que depender de una lenta “devaluación interna”.
Entonces, de hecho el éxito de Polonia sugiere que a) los gobiernos grandes no son tan malos y b) hay algo bueno en devaluar la moneda.
¿No hay alguien que le diga al Sr. Romney que debe hacer su tarea?
Dooh Nibor
Se ha hablado mucho y justificadamente sobre un nuevo informe del Centro de Política Fiscal (disponible en taxpolicycenter.org) sobre las implicaciones de distribución del plan de impuestos de Mitt Romney, que lo presenta como una cosa muy parecida a “Dooh Nibor” _ “Robin Hood” al revés. El presidente Obama está comentándolo; el Sr. Romney, predeciblemente, está descartando el informe como trabajo de un “grupo liberal”.
La pregunta que podríamos formularnos es: ¿El Centro de Política Fiscal _ que de hecho es dolorosa y trabajosamente apartidista _ asume supuestos cuestionables para obtener sus resultados, de tal forma que otro conjunto de supuestos podrían presentar la “Romneyconomía” bajo una luz más favorable? Y la respuesta es negativa: el Centro hizo hasta lo imposible para literalmente darle Sr. Romney todo el beneficio de la duda que fuera plausible.
Esto es lo que hicieron los analistas del centro de estudios fiscales. Le tomaron la palabra al Sr. Romney de que planea compensar sus recortes al impuesto a los ingresos ampliando la base _ esto es, limitando las exenciones y otras lagunas. También asumieron, empero, que el Sr. Romney no estaría dispuesto a gravar los dividendos y las ganancias de capital como ingreso ordinario, puesto que ha dejado en claro que se opone a cualquier aumento al impuesto sobre el ingreso proveniente de las inversiones. Tal como lo señalan, esto deja un número de lagunas por cerrar relativamente escaso _ suficientemente grande como para que, en principio, los recortes fiscales de Romney puedan pagarse con un ensanchamiento de la base, pero no con mucho espacio libre.
Entonces, ¿qué lagunas están cerradas? El Centro de Política Fiscal asumió el supuesto más amigable que podía para Romney _ principalmente, que el ensanchamiento de la base se concentra lo más posible en la gente de ingresos más altos. Primero se eliminan todas las deducciones que benefician a los que ganan más de un millón de dólares, y después todo lo que beneficie a los que ganan entre 500,000 y un millón de dólares, etc.
Entonces, el punto clave es que aun haciendo esto, los recortes fiscales que el Sr. Romney daría a los estadounidenses de altos ingresos son mayores que las lagunas que concebiblemente pudiera cerrar.
Entonces, de hecho están dando al Sr. Romney todo beneficio de la duda posible _ y aún así su plan sigue siendo una redistribución de la clase media a los ricos. En la práctica, seguramente sería mucho peor.