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National Review publicó recientemente lo que de hecho fue un informe interesante de Kevin Williamson sobre el estado de la región de Los Apalaches, aportando un valioso retrato de sus desgracias (además de un relato sobre cómo la gente hace fungibles los vales de alimentos intercambiándolos por cajones de soda, que a su vez cambian por efectivo y otras cosas; el artículo puede leerse en bit.ly/1euye41).
Pero el artículo también tiene una moraleja: el gran problema, sostiene el Sr. Williamson, es la forma en que la ayuda gubernamental crea dependencia. Es la noción de Paul Ryan de la red de seguridad social como “hamaca” que facilita demasiado la vida de los pobres.
¿Pero los hechos sobre Los Apalaches de hecho apoyan esta visión? No, no es así. De hecho, ni siquiera la apoyan los hechos presentados en el artículo.
El Sr. Williamson descarta las sugerencias de que factores económicos pudieran estar motivando el colapso social en esta región: “Si busca la catástrofe que puso abajo al área, eventualmente descubrirá una historia aterradora: no pasó nada”.
Pero casi inmediatamente se contradice él mismo, señalando que el empleo en el este de Kentucky ha bajado con la decadencia del carbón y de cualquier manufactura chica que área tuvo alguna vez. Cierto, no hubo un momento repentino donde el principal empleador del área haya cerrado; fue un proceso gradual.
¿Y? La historia subyacente de la región de Los Apalaches de hecho es una de deterioro de oportunidades. Vea el gráfico de tasa de desempleo para el Condado Owsley, en Kentucky.
¿Sorprende que la gente haya recurrido a los vales dealimentos?
¿Y qué harían si no tuvieran vales? El Sr. Williamson es un reportero demasiado bueno como para sostener que la gente podría encontrar empleo en el este de Kentucky si tan solo realmente quisiera trabajar. En cambio, sostiene implícitamente que “el subsidio al desempleo” fomenta la dependencia al permitir que la gente se quede en sus condados de origen en lugar de irse a otro lado. Tal vez. Pero tal como también lo señala, mucha gente se está yendo. Efectivamente, se han estado yendo por montones (vea el gráfico poblacional).
Entonces, el riesgo moral no se ve tan severo. Tal vez esto se vea como una historia sobre lo que pasa cuando una región enfrenta una pérdida drástica de oportunidad económica.
Ah, y con respecto a la soda: cosas como esa sucederán cuando se intenta proveer ayuda en especie a la gente muy pobre. Si a una persona que solo sea moderadamente pobre se le da vales de alimentos, probablemente estará dispuesta a usar todos en comida. Si se dan estos vales a una persona muy pobre que difícilmente tiene otra fuente de ingresos, intentará convertir parte en efectivo para gastarlo en otras cosas. Esto no dice que esté recibiendo demasiada ayuda; solo dice que está muy desesperada en todos los aspectos, no solo en términos de su presupuesto para comida.
Volviendo a la cuestión más amplia: mi interpretación del informe del Sr. Williamson es que básicamente dice que el sociólogo William Julius Wilson tenía razón. El Sr. Wilson famosamente sostuvo que los problemas sociales de los negros urbanos no emergieron porque hubiera algo inherentemente malo en su cultura, sino porque se secaron las oportunidades laborales en el centro de las ciudades. Cierto, cuando la gente profundamente religiosa (y definitivamente blanca) de la región de Los Apalaches enfrenta una pérdida de oportunidades de empleo, su región se convierte en lo que el Sr. Williamson llama el “Gran Gueto Blanco”.
Y esto, a su vez, dice que el problema no es que Estados Unidos se esté volviendo una nación de “tomadores”; es el hecho de que nos estamos convirtiendo en una nación que no ofrece suficiente oportunidad económica a la mitad inferior, tal vez ni siquiera al 80 por ciento de hasta abajo, de sus ciudadanos.