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Analistas 16/03/2015

¿Se acuerdan de la década de 1990?

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Mi respuesta es aplicar la Regla de Cromwell: “Os imploro, por las tripas de Cristo, pensad que es posible que estéis equivocados”.

OK, quizás saltémonos la parte de las tripas.

La Nairu es un concepto útil, seguiría sosteniendo, principalmente porque es una advertencia contra esperar demasiado de la política monetaria en el largo plazo. Por mucho que quiera el pleno empleo, hay cierto límite inferior en la tasa de desempleo, tasa que simplemente no se puede alcanzar sostenidamente con políticas del lado de la demanda. Pero la Nairu no es muy útil como guía para la política de corto y mediano plazo, porque no tenemos una buena idea de dónde yace ese límite inferior.

Realmente espero que el personal de la Fed se acuerde de la década de 1990. Aproximadamente en 1994 se creía ampliamente, con base en investigaciones aparentemente sólidas, que la Nairu era de alrededor del 6 por ciento. Pero el presidente de la Fed (Alan Greenspan) y compañía decidieron esperar a evidencia real de inflación creciente, y el resultado fue un largo periodo de crecimiento del empleo que llevó el desempleo por debajo de 4 por ciento sin ningún tipo de explosión inflacionaria. Supongamos que en cambio hubieran apuntado a la supuesta Nairu; hubieran sacrificado billones de dólares en producción perdida, además de todas las cosas buenas que vienen de un mercado laboral ajustado.

En esta ocasión hay incluso menos motivos para asumir que sabemos dónde está la Nairu, porque ahora sabemos que aumentos prematuros en las tasas muy fácilmente pueden aterrizarnos en una trampa de inflación baja de la que es muy difícil escapar. Piense en el Japón del 2000 (época que creo que muchos han olvidado), en el Banco Central Europeo del 2011 o en Suecia después del 2010.

Quizás el pleno empleo realmente está en una tasa de desempleo de 5.3 por ciento, pero para cuando eso sea claro, la tasa de inflación habrá aumentado ligeramente por encima de la meta de la Fed. Pero eso no tendría un costo importante, mientras que recaer en la trampa de liquidez efectivamente sería muy costoso.

Los que realmente saben de empleo

Ben Casselman leyó una columna de opinión reciente de The Wall Street Journal escrita por Daniel Quinn Mills, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, y declaró que “es, sin exageración, una de las cosas más tontas que he leído” (vea el artículo del Sr. Casselman en FiveThirtyEight aquí: 53eig.ht/17YubQ6).

Pienso que se puede ser mucho, mucho más tonto. No obstante, como diatriba contra la cifra de empleo estacionalmente ajustado, el artículo del Sr. Quinn Mills es tan increíblemente ignorante que pudiéramos preguntarnos cómo fue publicado en The Journal. Pudiéramos preguntarnos, esto es, si no entendiéramos lo que está pasando: estamos atestiguando la llegada de los que realmente saben de empleo.

Cuando el Presidente Obama y la Fed empezaron sus esfuerzos para rescatar la economía de la peor crisis financiera desde la década de 1930, los conservadores sabían, simplemente sabían  lo que iba a pasar. La inflación iba a crecer gracias a la impresión de dinero y a los déficits, y el empleo privado se estancaría debido a la Ley de Servicio Médico Accesible y porque el Sr. Obama estaba hiriendo los sentimientos de los creadores de empleo.

Cuando la inflación no despegó, llegaron los verdaderos conocedores de la inflación, insistiendo en que los números oficiales estaban equivocados, y que probablemente eran deliberadamente falsos. Ahora, ¿cómo le está yendo a la predicción de empleo?

En el gráfico de esta página puede atestiguar los terribles efectos de un socialista que despotrica contra el capitalismo. De aquí la impaciencia por publicar cualquier argumento que afirme que los números de cierta forma son falsos.

Espere más estupidez.

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