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¿Dos años más en estas? Todos los colombianos deberíamos, con preocupación, hacernos esa pregunta. Mientras toma tintes de enigma saber si nos tocará devolvernos a la época del carbón, es incierta la suerte del servicio de energía en la Costa Caribe, los ministerios no ejecutan, pero pretenden imponernos nuevos impuestos y los escándalos de corrupción tejen enormes mantos de duda alrededor del Gobierno; desde un cómodo atril, el Presidente, se empeña en ignorar la incertidumbre en la que nos tiene.
Sociedad civil, clase política, medios de comunicación: ¿le vamos a apostar a este juego? Porque aquí, hay dos caminos. Continuar haciendo eco de los mensaje de odio, delirios de persecución, descalificaciones a la prensa, gremios e instituciones o concentrarnos en poner en el centro del debate lo importante. Que no es poco ni es menor.
El país va mal. Las utilidades de Ecopetrol tuvieron una reducción de 24,2%. Para el segundo trimestre del año, la Inversión Extranjera Directa reportó una caída de 46,4%; estamos suspendidos del gremio de unidades de inteligencia financiera, el mapa de las zonas de influencia de los Grupos Armados Organizados no puede ser más terrorífico y la protesta social, de un plumazo, se volvió riesgosamente permisiva. Estos son los problemas reales sobre los que hay que exigir respuestas y gestión responsables.
El debate de cada mañana no puede seguir siendo la trillada teoría del golpe blando ni los dardos a diestra y siniestra que acompañan la descabellada retórica. En palabras coloquiales, permítanme decir esto: nos estamos dejando enredar. Nos distraen con frases polémicas, carentes de diplomacia e incluso agresivas y nos amedrentan con hacer arder las calles.
Si a estas alturas no hemos descifrado la estrategia y seguimos sucumbiendo ante ella, estamos perdidos. Dicen por ahí, divide y reinarás.
Dejar de sucumbir pasa, repito, por volver primera plana de las noticias a las comunidades en Chocó, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila, Caquetá, Antioquia; entre otras, que cada tanto padecen confinamientos a manos de los que hoy mandan en los territorios: los ilegales. Pasa, también, por prestar la debida atención al flagelo de la extorsión que está obligando a cerrar cientos de comercios. Por situar en la agenda a los 15 millones de hogares que usan gas natural y que de las voces oficiales reciben mínima claridad cuando no silencios y, por supuesto, por mantener la lupa puesta a las investigaciones en curso.
Colombia se salió de control. Podría no tener reversa. Por eso, para el Congreso y las Cortes vienen mayúsculas pruebas de fuego. Con menos confianza en el primero y algo de fe en las segundas, esperemos sepan estar a la altura. Esos sí, dicho sea de paso, olvidémonos de la Fiscalía. Es absurdo pedir independencia ―y esto aplica para los anteriores gobiernos―, a una figura que terna el propio Jefe de Estado.
Desde las constantes faltas de ortografía del mandatario en sus interminables mensajes en X hasta los discursos repetidos, que insisten en graduar de alocuciones, todo son cortinas de humo. El presidente Petro está en sus cabales. Es un hombre en pleno uso de sus facultades. Hay que tomar con pinzas la tendencia a subestimar.
