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Chalecos antibalas y un desfile de tanques de guerra. ¿Espectáculo mediático? Sí, pero no. La situación de orden público en Cauca en realidad es compleja. Sin embargo, hay que reconocer que incomodan las imágenes de los pobladores, expuestos, en jean y camiseta -como les toca enfrentar la vida todos los días-, viendo llegar a un gabinete con tamaña parafernalia a cuestas. Ahora bien; aunque chocantes, las circunstancias que rodearon la visita gubernamental a el corregimiento de El Plateado también demuestran el retroceso y lo arrinconada que está nuestra institucionalidad.
Con la dinámica de siempre, la historia se repite. Por cuenta del caos, los que hace un par de semanas habitaban en una Colombia invisible, de un momento a otro, se vuelven prioridad. Cada ministro recita su lista de promesas, se muestran comprensivos, escuchan a la gente y, par de horas después, a sus despachos regresan. La fotografía parece calcada de gobiernos anteriores. No obstante, en esta ocasión preocupa la excesiva permisividad. ¿En verdad tiene esta administración la voluntad de recuperar el control territorial? ¿Entienden el presidente y el encargado de la cartera de Defensa lo que implica tal apuesta?
Tras dos años de toparnos con una descuadernada y sumisa paz total, ambas preguntas sí que vienen a lugar. Sin método ni rigor, desde el Ejecutivo, cuando ya parece tarde, deciden mostrar los dientes mientras, la mal llamada disidencia de alias Iván Mordisco, que no es otra cosa que un grupo terrorista, se suma a la larga lista de fortalecidos frentes rezago de las extintas Farc. La mano tendida que ha caracterizado el fallido intento por traer a la legalidad a quienes han demostrado nulo interés por dejar el narcotráfico, las armas, la extorsión y el secuestro, hace rato está pasando dolorosas facturas.
¿Está dispuesto el jefe de Estado a reconocer el fracaso y reformular su estrategia? ¿Para cuándo el urgente cambio de los aviones de combate de la Fuerza Aérea? ¿En qué momento veremos el mismo ímpetu con el que se nombran gestores de paz volcado al restablecimiento del ejercicio legitimo de la fuerza? ¿Cuántas segundas oportunidades más se van a dar?
Imperativo es recordar que lo que vive el departamento del Cauca, región que hoy nos convoca, lo padecen en igual medida corregimientos y municipios en Huila, Arauca, Chocó, Antioquia, Meta, Santander y Valle del Cauca. Los ceses al fuego y la supuesta intención de dialogar solo han servido para expandir el accionar criminal de sanguinarios actores a los que se suma un ELN al que, de nuevo, ignorando sus muchos atentados, de este lado responden con la disposición de volverse a sentar en una mesa que no tiene manera de avanzar.
Con zozobra ante la que augura ser una arremetida violenta, quedan varios interrogantes alrededor de la primera actitud decidida que por fin muestra el Gobierno. Insuficiente resulta, a estas alturas, hablar duro. Lo que se necesita es actuar con coherencia y en consecuencia. En ausencia de seguridad, en utopía se convierte materializar cualquier inversión social. La paz total, de la forma en la que está plantada (repito, sin rigor ni método), colapsó. Es momento de aceptarlo.
P.D.: insensible y desatinada, por decir lo menos, la sonriente selfie con chaleco y casco de un par de funcionarias.