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Analistas 30/09/2024

Empresas emocionales

Pilar Ibáñez
Consultora bienestar organizacional

La emoción en el lugar de trabajo ha sido un tema recurrente de estudio durante décadas. Si bien durante mucho tiempo se creyó que las emociones debían mantenerse fuera del ámbito laboral, investigaciones recientes han demostrado que no solo son inevitables, sino que pueden ser un motor poderoso para el éxito organizacional.

Encontré un artículo muy interesante en la Annual Review of Psychology, escrito por Hillary Anger Elfenbein, experta en comportamiento organizacional, quien destaca que las emociones en el trabajo tienen un impacto directo en la productividad, las relaciones interpersonales y la toma de decisiones. Las emociones actúan como un sistema de alerta que nos ayuda a responder a los desafíos diarios, dirigiendo nuestra atención a lo que más importa en el momento.

Uno de los conceptos clave discutidos es la inteligencia emocional (IE), la capacidad de reconocer, regular y expresar emociones tanto en uno mismo como en los demás. Según Elfenbein, los trabajadores con alta IE tienden a ser más efectivos en sus roles, ya que pueden manejar el estrés, mejorar la comunicación y fomentar un ambiente laboral positivo. Además, las emociones no solo afectan el rendimiento individual, sino que también pueden ser contagiosas. La emoción de un empleado puede influir en todo un equipo, creando una cultura organizacional más colaborativa o, por el contrario, más conflictiva.

Sin embargo, no todas las emociones son positivas, y Elfenbein señala que tanto las emociones negativas como las positivas tienen un propósito en el trabajo. Mientras que la alegría puede fomentar la creatividad y la exploración, emociones como el enojo o la frustración pueden señalar la necesidad de un cambio en los procedimientos o en las relaciones laborales. El verdadero desafío, explica, no es evitar las emociones negativas, sino aprender a gestionarlas de manera efectiva. En el estudio que me encuentro haciendo para el doctorado en psicología, he identificado que la rabia es una de las emociones que ayuda a identificar injusticias en la empresa. También que cuando se da un espacio seguro para expresar la rabia esto puede traer cambios constructivos tanto para el individuo como la empresa, pero que, si se suprime, es posible que la rabia termine siendo expresada de una forma inapropiada o en agresión.

El estudio advierte que la regulación emocional no siempre es fácil. Estrategias como el acting profundo o superficial (simular emociones) pueden tener efectos perjudiciales para la salud mental de los trabajadores si no se manejan adecuadamente. Por ello, muchas empresas están invirtiendo en programas de formación en inteligencia emocional, con el objetivo de equipar a sus empleados con las herramientas necesarias para navegar en el complejo mundo emocional del trabajo.

En un mundo donde las líneas entre lo personal y lo profesional son cada vez más difusas, reconocer el papel de las emociones en las organizaciones no es solo una ventaja, es una necesidad. Las empresas que logran integrar la gestión emocional en su cultura laboral estarán mejor preparadas para enfrentar los retos del siglo XXI.

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