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En el ámbito laboral, el concepto de job advocacy ha ganado relevancia como una herramienta para promover el bienestar, la productividad y la satisfacción de los colaboradores en las organizaciones. Desde una perspectiva psicológica, este término hace referencia a la promoción activa de los intereses, derechos y necesidades de los colaboradores dentro de un entorno laboral, de esta forma se está asegurando que las políticas, prácticas y decisiones organizacionales sean justas, inclusivas y equitativas.
Por ejemplo, el job advocacy puede tener como objetivo que en la empresa existan políticas de reducción del estrés para la prevención de burnout. El estrés laboral es uno de los principales factores que afectan negativamente el bienestar de los colaboradores.
Según la teoría del estrés laboral de Karasek, los trabajos con altas demandas y bajo control pueden provocar estrés crónico y agotamiento. El job advocacy se enfoca en garantizar que los colaboradores tengan acceso a recursos, como programas de bienestar, horarios flexibles y políticas de salud mental.
También puede ayudar a promocionar la diversidad y la equidad organizacional, así como fomentar programas de comunicación y resolución de conflictos. El job advocacy facilita el establecimiento de canales de comunicación claros y seguros, donde los colaboradores puedan expresar sus preocupaciones sin miedo a represalias, creando un espacio para la resolución constructiva de conflictos.
Desde el estudio que me encuentro haciendo en desahogo y burnout en las empresas, tener canales sanos en los que los colaboradores se puedan desahogar con el acompañamiento de un psicólogo y sin represalias ayuda mucho a la gestión de las emociones, mejoramiento de las relaciones interpersonales, la mejora del clima laboral y la productividad. Es decir, que es incluir dentro de las estrategias laborales tener seguridad psicológica.
Adicionalmente, ayuda al fortalecimiento de la identidad y la autoeficacia de los colaboradores. Albert Bandura, en su teoría de la autoeficacia, destaca que las personas con alta percepción de su capacidad para manejar desafíos tienden a ser más resilientes y productivas. El job advocacy fomenta la autoeficacia al promover el desarrollo profesional, el reconocimiento de logros y la creación de oportunidades para el crecimiento personal dentro de la organización.
El job advocacy trae entonces algunos beneficios para la organización. Como lo son, una mayor capacidad de retención de talento, los colaboradores que se sienten valorados y escuchados tienen menos probabilidades de abandonar la empresa. Un aumento de la productividad, ya que el bienestar emocional y psicológico está estrechamente vinculado con un mejor rendimiento. Así mismo, la mejora de la reputación organizacional, por cuanto que las empresas que promueven el job advocacy suelen ser percibidas como líderes en prácticas laborales responsables.
El job advocacy es más que una práctica organizacional; es una inversión en la salud mental, emocional y profesional de los empleados. Desde la perspectiva psicológica, esta estrategia no solo responde a las necesidades individuales, sino que también contribuye al desarrollo de organizaciones más humanas, inclusivas y sostenibles.
Implementar job advocacy requiere el compromiso de líderes, departamentos de recursos humanos y profesionales de la salud mental para construir entornos laborales donde cada empleado pueda prosperar. Como dice el dicho: “Un colaboradores feliz es un empleado productivo.”