Analistas 07/04/2025

La inteligencia emocional como moneda transaccional

Pilar Ibáñez
Consultora bienestar organizacional

Durante décadas el mercado ha operado con monedas tradicionales: dinero, conocimiento técnico, experiencia. Sin embargo, en el siglo XXI, una nueva forma de capital está ganando terreno en las interacciones humanas y profesionales: la inteligencia emocional, IE. Ya no es solo una habilidad blanda valorada en los entrenamientos de liderazgo; hoy, la inteligencia emocional se ha convertido en una verdadera moneda transaccional, una herramienta de poder, influencia, conexión y negociación.

De acuerdo con la Dra. Logan Ury, una científica del comportamiento que se ha convertido en coach de citas y directora de Ciencias de las Relaciones en Hing, una de las condiciones más importantes que hoy consideran las mujeres al momento de salir con un hombre, es su inteligencia emocional. Este dato ha trascendido de las relaciones de pareja a las organizaciones, donde la inteligencia emocional se ha convertido en una condición importante como parte de la contratación de cualquier candidato. Pero la IE no solo es manejar las propias emociones, es entender las de los demás.

Durante años, la IE fue relegada al terreno de lo “emocional”, “femenino” o “complementario”. Sin embargo, investigaciones del Foro Económico Mundial, Harvard Business Review y McKinsey coinciden: la IE es uno de los principales diferenciadores de desempeño en líderes, equipos y culturas exitosas.

Los líderes emocionales movilizan equipos. Los vendedores emocionales entienden al cliente antes de venderle. Lo que se traduce en conversiones, seguidores, fidelidad, reputación. Ya no se trata solo de “sentir”, sino de usar la inteligencia emocional como una herramienta estratégica para lograr la empatía para persuadir; tener autoconciencia para tomar mejores decisiones; manejar las emociones para navegar la incertidumbre y lograr la resiliencia; y tener la habilidad social para construir redes de apoyo. Hoy, quien tiene un alto nivel de IE puede influir, conectar, vender, negociar, inspirar y liderar. Y eso tiene valor. Valor económico, social y político.

Usamos la IE de forma consciente o inconscientemente para obtener algo, ya sea empatía para cerrar una venta, autorregulación emocional para evitar conflictos, escucha activa para generar confianza. Hoy las relaciones importan más que nunca, saber cómo manejar nuestras emociones y las de los demás da ventaja.

Por ejemplo, si el entorno de una empresa de servicio o productos se encuentra saturado de información, lo que diferencia a una marca o a un profesional no es solo la calidad técnica, sino la experiencia emocional que genera.

Es por esto que las emociones se han vuelto instrumentos de intercambio. En una entrevista, una cita, una sala de juntas o una conversación digital, estamos haciendo transacciones emocionales constantemente: ofrecemos validación a cambio de atención, contención a cambio de lealtad, claridad a cambio de influencia.

Saber manejar la inteligencia emocional no es un lujo, es una forma de poder, influencia y liderazgo. Es saber cuándo hablar y cuándo callar. Es leer una sala y ajustar el mensaje. Es generar confianza sin forzarla. Es tener presencia emocional.