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Quisiera compartir con ustedes la aventura de esta semana, en la que crucé medio planeta para visitar el Reino de Bután, ubicado entre India y China. La razón para haber recorrido tantos kilómetros es porque éste es el lugar más feliz del planeta, donde el gobierno ha decidido no medir producto interno Bruto PIB sino Gross National Happiness (GNH), es decir Felicidad Nacional. Gracias a la organización del World Happiness Foundation y a MyBhutan, fue posible conocer de primera mano la filosofía detrás de este indicador de felicidad, a su gente, y cultura. Tuvimos una cena muy interesante con el señor Ministro, quien explicó los pilares del GNH.
El indicador fue una de las metas del gobierno de Bután de 2008, en la que el bienestar de su población es lo más importante, cuenta con cuatro pilares: sustentabilidad ecológica; sustentabilidad e igualdad de desarrollo socio económico; buena gobernanza e igualdad ante la ley; preservación y promoción de una cultura libre y resiliente. De cada uno de estos pilares se desprenden otros adicionales logrando así un indicador robusto de 9 pilares importantes para esta población. Por ejemplo, cuenta con un pilar que tiene énfasis en el bienestar psicológico, en el que velan porque la población cuente con satisfacción de la vida; emociones positivas; y espiritualidad. De lo que pude ver de primera mano puedo decirles que nunca había conocido a una población tan espiritual, desde el punto de vista del propósito, y tan sonriente. A cada lugar al que llegamos las personas sonreían, se sentía la paz y la tranquilidad. Realizamos varias caminatas entre las montañas para visitar templos extraordinarios, y uno podía ver que las tres hermosas guías que nos acompañaban, hacían sus oraciones en su idioma, pidiendo que todos en la excursión estuviésemos bien, a salvo y sanos.
También puedo contarles que esta población vive, entre otras cosas, del turismo y a causa de la pandemia del Covid19 el país estuvo cerrado durante tres años. Para poder mantener el bienestar de la población el Rey tomó dos decisiones, la primera: dar un salario de su bolsillo, a todas las personas durante este tiempo, y darles diferentes tareas como voluntarios para que tuvieran su mente ocupada en alguna labor, para así poder cuidar su salud mental. Llegué a esta historia después de haber conocido a unos hermosos niños y niñas de 8 años de una pequeña población, quienes cantaron para nosotros. Cuando pregunté de qué trataba la canción me dijeron que durante la pandemia el Rey había estado trabajando mucho para la gente, yendo de población en población cerciorándose de que todos estuvieran bien y que les estuviera llegando el salario.
Con tanto viaje el Rey estaba muy flaco, las personas lo vieron en una foto, así que para darle ánimo y las gracias decidieron escribirle esa canción. Esta historia me emocionó mucho, ya que es posible observar el apoyo mutuo, es algo muy bonito; a la vez me dio tristeza por mi país Colombia, al recordar aquella vez en que uno de nuestros presidentes enfermo y estando en una tarima tuvo un incidente, pues la reacción de algunas personas fue hacer memes para redes e Instagram como burla, qué diferencia.
Obviamente, como todos los lugares en el mundo, este lugar feliz también tiene sus retos, el reto de la educación, el reto de la llegada de la tecnología, y la globalización que va cambiando algunas dinámicas de comportamiento. Pero a grandes rasgos puedo decirles que cuando el gobierno se preocupa por el bienestar de las personas la calidad de vida, la salud mental, el bienestar y la felicidad son posibles. Gracias a este viaje aprendí que cuando juzgamos algo es porque tal vez nos hace falta información, y que la espiritualidad es encontrar el propósito en la vida.
Están cordialmente invitados a visitar la página del World Happiness Foundation, para que tengan esta experiencia de primera mano, y vivan la felicidad desde su corazón en el lugar más feliz del mundo.