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¿Alguna vez te has preguntado por qué razón hay empresas y Estados en los que pareciera que la corrupción y los comportamientos no éticos hacen parte del diario vivir? Pues de acuerdo con estudios científicos si no hay un sentido de pertenencia no hay ética. Esta semana para mi doctorado estuve analizando el tema, y teniendo en cuenta que se acaba de publicar el Conpes de Política Nacional de Inteligencia Artificial, en el que le da un espacio importante al tema ético, aquí van algunas apreciaciones para los lectores.
En el mundo empresarial la ética se presenta como un pilar fundamental para la confianza y el buen funcionamiento de las organizaciones, de hecho, está vinculada directamente con la reputación de la misma. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando los colaboradores no sienten un vínculo real con la empresa? Y qué no decir cuando esto ocurre a nivel de ciudad o país. Diversos estudios sugieren que la falta de sentido de pertenencia puede llevar a un mayor incumplimiento de principios éticos, favoreciendo el individualismo, la deshonestidad y la indiferencia hacia las normas organizacionales.
Los científicos Tajfel & Turner señalan con su Teoría de la Identidad Social (1979) que las personas adoptan los valores y normas de los grupos con los que se identifican. Cuando un colaborador o ciudadano se siente parte de la empresa o país, asume sus principios éticos como propios. Si esta identidad se debilita, la moralidad organizacional deja de influir en su comportamiento.
Por su parte, Pratt habla del Efecto de la Despersonalización (1998) ¿Qué es eso? Si un colaborador percibe su empleo solo como un medio de ingreso y no como un espacio de crecimiento y propósito, es menos probable que se adhiera a valores éticos. Bien puede ser llevada esta teoría a situaciones de países.
Aquí van algunos ejemplos. Si hay falta de identificación con la empresa se reduce la sensación de responsabilidad hacia sus normas. Por ende, un colaborador que no se siente parte de la organización puede justificar decisiones poco éticas al pensar que su impacto es irrelevante. Umphress y otros (2010) encontraron que cuando las personas no sienten un compromiso emocional con su empresa, tienden a priorizar sus propios intereses sobre el bien colectivo, aumentando la corrupción y el fraude.
Por otra parte, las empresas con una cultura ética fuerte logran que sus valores sean interiorizados por los colaboradores. Sin embargo, si estos no se sienten parte del grupo, es más difícil que adopten esa ética como guía en su toma de decisiones (Treviño et al., 2006).
Así que si se quiere que las normas éticas sean aplicadas se hace necesario establecer cuáles son estas normas éticas, cuáles son los valores y principios de la empresa y del Estado y adelantar una campaña importante de generación de sentido de pertenencia. Para esta campaña tenemos algunas recomendaciones. Primero, crear un entorno donde los colaboradores se sientan valorados y escuchados, por cuanto ello fortalece su sentido de pertenencia y, por ende, su compromiso con los valores organizacionales. Segundo, los líderes que modelan principios éticos e inspiran a sus equipos a hacer lo correcto generan una mayor identificación con la empresa y su misión. Tercero, las empresas deben comunicar su visión de manera efectiva, asegurándose de que sus colaboradores comprendan cómo su trabajo contribuye al bienestar colectivo. Finalmente, dar a los colaboradores un rol activo en la toma de decisiones y en la construcción de la cultura organizacional puesto que ello fortalece su conexión con la empresa y refuerza su compromiso ético.
Considero que podemos aprender del caso del Metro de Medellín, por cuanto es una inspiración en la generación de la cultura de cuidado a partir de la pertenencia.