Analistas 21/04/2025

Por qué será que perdemos en el último minuto

Pilar Ibáñez
Consultora bienestar organizacional

Son varias las emociones que se viven durante un partido de fútbol, sobre todo si faltando tan solo unos minutos para que termine el partido, el equipo contrario mete un gol. Lo interesante es cuando esta situación se repite varias veces, pues podríamos decir que allí hay un patrón psicológico conocido como el autoengaño del triunfo anticipado. Esto sucede cuando se canta victoria antes de tiempo, lo que incrementa las probabilidades de perder.

En el deporte, en los negocios e incluso en nuestras metas personales, hay personas que tienden a “celebrar” antes de cruzar la meta. Tal vez hayas conocido a alguien que al sentir que ya tiene el triunfo asegurado, baja la guardia, se relaja y luego… pierde. Por ejemplo, una persona quiere bajar 7 kilos, bajó 5 kilos, celebró, se relajó, volvió a subirlos.

También en los negocios, cree que ya cerró el negocio, mentalmente celebró por todo el dinero que ganará, se lo gasta, y el negocio no se dio. Esta mentalidad tiene un impacto profundo y muchas veces invisible. En psicología se relaciona con un fenómeno que mezcla autoengaño, falsa percepción de control y desactivación motivacional. Pero ¿qué es lo que sucede en la mente?

Cuando anticipamos una victoria con demasiada intensidad, el cerebro activa los mismos circuitos de recompensa que se activan cuando realmente ganamos. Liberamos dopamina, sentimos euforia, y nos relajamos. Este falso “premio” desactiva el impulso de seguir luchando. En otras palabras, nuestro cuerpo y mente sienten que ya no es necesario esforzarse más.

En un partido de fútbol, por ejemplo, un equipo que va ganando 2-0 en el primer tiempo y se siente invencible puede empezar a jugar con menos intensidad. Dejan de presionar, bajan la concentración y el otro equipo, que todavía siente el hambre de victoria, puede remontar.

En psicología cognitiva se habla del “cierre prematuro” cuando una persona detiene su análisis o esfuerzo porque cree que ya tiene la respuesta o la meta asegurada. Este sesgo hace que dejemos de evaluar con precisión, que subestimemos riesgos y que actuemos desde la complacencia.

Ganar requiere energía, consistencia y hambre. Los grandes atletas, emprendedores y líderes saben que la verdadera victoria no ocurre hasta que suena el silbato final, hasta que se firma el contrato, hasta que se cruza la línea de llegada. Mantienen el enfoque incluso cuando todo parece ir bien. No se permiten el lujo de cantar victoria antes de tiempo.

Cómo hacer entonces para evitar la trampa del triunfo anticipado. Una forma efectiva es dividir tu meta en microobjetivos que mantengan viva la motivación y el compromiso. Por ejemplo, si estás entrenando para correr una maratón, no te enfoques sólo en la carrera final; celebra cuando completes 10 km sin detenerte, cuando mejores tus tiempos semanales, o cuando mantengas la disciplina durante un mes seguido.

Estos pequeños logros te dan retroalimentación real y mantienen tu energía enfocada en el proceso. También es clave celebrar los avances con humildad: reconocer tu progreso sin creerte invencible. Visualizar el camino y no solo la meta te ayuda a mantener los pies en la tierra y la mente activa. Además, rodéate de personas que te impulsen a dar más, no solo de aquellas que te aplauden por lo que aún no has conseguido. Porque ganar no es un punto de llegada, sino una forma de avanzar todos los días.