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Comprender el empoderamiento económico en las mujeres, es considerar la realidad en la que se desenvuelven. Muchas veces caracterizada por la coexistencia del ciclo de pobreza y diversas formas de violencia de género, factores que contribuyen significativamente a la desigualdad económica y a la limitación de oportunidades.
Estos obstáculos impactan negativamente en las perspectivas laborales y en los proyectos emprendedores de las mujeres, dejándolas en una posición de mayor vulnerabilidad y con menos autonomía financiera.
Mi experiencia en la creación, promoción y ejecución de programas de educación e inclusión financiera, basados en el modelo de Inngenia Fundación, ha impactado a más de un millón de personas en Colombia, destacando que 85% de quienes se benefician son mujeres.
Un recorrido, que ha abarcado desde la Guajira hasta la selva del Amazonas, ha dejado en claro la imperante necesidad de diseñar un programa de educación financiera específicamente dirigido a las mujeres.
Para lograr una inclusión financiera efectiva de este grupo, la clave reside en adoptar una perspectiva de interseccionalidad, comprendiendo que cada mujer es única y está moldeada por múltiples identidades, como género, origen étnico, edad, ubicación geográfica, entre otros. Al proporcionarles la orientación financiera adecuada, no solo brindamos conocimientos sobre el manejo adecuado del dinero, sino que también consideramos cómo estas diversas identidades pueden influir en sus decisiones económicas. Así, aseguramos que todas tengan la oportunidad de mejorar su situación financiera.
Para lograr un cambio significativo en la inclusión financiera de las mujeres, es necesario abordar el ecosistema. Esto implica una comprensión integral de su contexto, desde sus interacciones con el dinero en la infancia hasta su mentalidad en relación con la escasez o la abundancia, pasando por las oportunidades que brinda su entorno y sus aspiraciones económicas.
Además, el desarrollo de sus negocios desempeña un papel fundamental en el fortalecimiento de su confianza en el sistema financiero y en la creación de oportunidades desde las instituciones financieras, impulsando así la economía productiva y el acceso a la tecnología.
En la actualidad, las tecnologías financieras desempeñan un papel vital en la inclusión financiera, ofreciendo soluciones digitales que facilitan el acceso, inclusive para aquellas no bancarizadas y desatendidas. Alternativas como pagos a través de cuentas digitales, la simplificación de trámites y la reducción de costos administrativos, teniendo un impacto positivo en la vida de las mujeres.
Cuando estas soluciones son diseñadas desde una perspectiva de género, hacen una contribución significativa a la inclusión financiera, al ofrecer servicios que se ajustan a las necesidades, aspiraciones y metas económicas de las mujeres de manera específica.
La creación de programas y modelos que realmente atiendan las necesidades de las mujeres, requiere estrategias de buenas prácticas a largo plazo que promuevan el desarrollo financiero como parte integral de su empoderamiento.
Esto implica la implementación de nuevas líneas de intervención, el seguimiento y la medición de impacto para descubrir innovaciones que aborden los desafíos económicos del país. La meta es que la implementación de estos programas conduzca a una toma de decisiones que no solo amplíe la participación de las mujeres en los servicios financieros, sino que también genere mejoras significativas en su transformación personal y en su bienestar financiero.