Analistas 20/04/2025

Comer Damas Chinas

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

El mundo entero está en suspenso con el nuevo juego que se ha sacado de la manga el gobierno de los Estados Unidos. Ni los analistas más experimentados pudieron anticipar las jugadas, y mucho menos predecir las posiciones frente a la Unión Europea, China y sus aliados comerciales. Esto solo demuestra que, aunque el ajedrez y las damas chinas se jueguen sobre en el mismo tablero, no se parecen en nada. Uno tiene un rey que hay que tumbar; el otro, un montón de fichas que hay que zamparse sin culpa. Bienvenidos a la geopolítica gourmet.

Los jugadores globales necesitan jugadas audaces: que sirvan para ganar fuera, pero que también convenzan a los ciudadanos nacionales, esa que vota, la misma que paga impuestos y que últimamente anda con menos paciencia que un indigestado.

Los chinos, por su parte, no tienen prisa. Su estrategia parece inspirada en un proverbio milenario: “vísteme despacio que tengo prisa”. Su estilo es dejar que el otro corra y se enrede con sus propias palabras y urgencias… y luego ofrecerle condiciones que parecen pero son para despistar al contrincante.

La India tampoco se queda atrás. Tiene religión, filosofía, yoga, software y ahora hasta misiones espaciales. Si esto fuera una partida de Risk, ya tendrían tres continentes y un comodín espiritual. Además, no hay que olvidar que el budismo —religión mayoritaria en China— pues nació allí.

Sobre la cultura laboral china está empapada de confucianismo, donde el guanxi (relaciones de confianza y favores mutuos) es más poderosa que tener un master de negociación en Harvard. En ese entorno, la cortesía, la lealtad y la modestia no son defectos, sino herramientas estratégicas. Es como jugar póker con cara de “yo no fui”, y ganar.

En materia de negociación, China y EE. UU. llevan años en un tira y afloje romántico con final incierto. Una especie de comedia de enredos comercial, con aranceles, sanciones y frases pasivo-agresivas en comunicados oficiales. Todo mientras se pelean por los mercados tecnológicos, esos que hace poco eran intocables y ahora están en la mira de todos, como si fueran la última Coca Cola en el desierto.

Y mientras crece su músculo digital, China vigila a su población con una tecnología que haría sonrojar al desarrollador de tecnología de Misión Imposible. Como señala una experta del Mercator Institute: "Se trata de suprimir la información negativa o indeseada y reemplazarlas por historias que cuenten el relato correcto de China y del Gobierno y difundan energía positiva". Lo llamativo es que, a pesar de esa vigilancia, las redes sociales chinas han dado paso a fenómenos culturales originales, con usuarios redefiniendo lo que significa ser chino, ser moderno.

Ese crecimiento tecnológico de China ha ido acompañado de un sistema de vigilancia del gobierno chino sin precedentes . La directora del Programa de Investigación en el Mercator Institute sobre política y sociedad chinas, afirma que En China las redes sociales también han permitido el surgimiento de novedosas tendencias culturales, dando voz a grupos de usuarios que proponen nuevas definiciones de la identidad de su nación.

Los mecanismos de censura china han generado unos desarrollos que trabajan en encontrar maneras de eludir las restricciones sin perder visibilidad. Una actitud que alimenta resistencias, no solo contra la opresión del Gobierno, también contra estereotipos del mundo occidental.

Para terminar, durante la última década el gobierno de China ha venido impulsando la visión del futuro de rascacielos en la mejor forma de lo que es el mundo occidental, "Hacen anuncios y reportajes de televisión que muestran sus urbes de noche, con drones haciendo exhibiciones coordinadas, o presumen de que su infraestructura de transporte es mejor que la de Estados Unidos…” afirma De Seta; lo que deja más perdidos a los espectadores desprevenidos que pensabamos que las cultura, concepción de la economía y el desarrollo de los chinos eran diametralmente distintos a la del mundo occidental.

Pero aquí estamos, ciudadanos del mundo, viendo cómo se mueven las fichas, intentando entender qué se juega, quién gana y quién solo hace bulla. Porque aunque en el ajedrez el objetivo es tumbar al rey y en las damas chinas es comerse todas las fichas, lo cierto es que el verdadero premio es el mercado global… y la narrativa. O como diría un comentarista deportivo: el que no hace goles, los ve hacer.

El próximo capítulo será con una Unión Europea que ya no sabe si está de cita con Estados Unidos o en Tinder con China. La pregunta es: se comerán a las damas… o tumbaran al rey.