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En años pasados fui consultado sobre unos premios de transparencia para personas con desempeños que pudieran ser reconocidos públicamente, con el fin de llamar la atención y convertirse en referentes y ejemplos para nuestra sociedad colombiana. Lo dicho anteriormente es relevante pues sabemos que para muchas personas la felicidad y la realización personal está únicamente en tener mucha plata y nunca han pensado que lo trascendental es tener salud, tener familia, tener reconocimiento, verdaderos amigos, buena reputación y dejarle a nuestros hijos un mejor país.
El ejercicio y reflexiones partieron de, ¿cuál sería el premio para un alcalde ? Fácilmente encontramos a un exalcalde que había ganado un premio importante por su gestión. El exalcalde nos hizo la reflexión sobre, ¿cuál es el capital más importante de un político y más valioso que la plata? El mismo concluyó: su reputación y su capital electoral. En consecuencia, el premio sería un reconocimiento público, con todos los medios, personalidades que son íconos del acontecer nacional desde las empresas, academia, organizaciones de la sociedad civil, intelectualidad, instituciones de la importancia y trascendencia como Transparencia por Colombia (de la que fui parte de su junta directiva varios años) y obviamente personalidades de la política nacional e internacional. Esto acrecentaría de forma importante el patrimonio del burgomaestre y sería el premio más apetecido y pretendido por todos y cada uno de los alcaldes.
La segunda ecuación a resolver era el reconocimiento para un ciudadano común y corriente; iniciamos el análisis de caso con una persona que se encontró un maletín con dinero, busco a su dueño y le entrego devuelta el maletín y el dinero. El debate es interesante en la medida que si no lo hubiera devuelto, quiere decir que lo había hurtado y eso es un delito. En conclusión, el hecho de devolverlo es lo que tiene que hacer todo el mundo, pues se parte de la premisa que todos tenemos principios y que es un deber hacer lo correcto, más allá de la ley.
Así las cosas, es absurdo que le den a los ciudadanos premios por hacer lo que éticamente y moralmente es correcto, o ¿debemos dar premios por pagar el pasaje del transporte masivo, no pasarnos los semáforos en rojo, pagar los impuestos que son y a tiempo, respetar a la mujer y los hijos?
Triste ver la realidad así, pero también es una invitación a generar cultura con el ejemplo y generar conversaciones sobre el deber ser y hacer pues los incentivos no deben ser otro que tener una ética, unos valores morales y cumplir con lo que nos corresponde como miembros de una colectividad.