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La economista Almudena Sevilla advierte que los estereotipos de género y las normas sociales afectan la productividad empresarial al limitar el acceso y crecimiento de las mujeres en el mercado laboral. Lo que algunos califican como volubilidad, curiosidad o atención al detalle es, en realidad, compromiso auténtico, capacidad de desafiar el statu quo y rigor en la ejecución del rol. Equipos diversos donde las personas pueden expresarse libremente son un 17 % más productivos y toman decisiones un 20 % más rápido, según Harvard Business Review.
He trabajado en empresas multinacionales exitosas del primer sector, de alto valor con CEOs, colegas y equipos de mujeres de diversas partes del mundo, con diferentes razas y creencias, quienes marcaron la diferencia con sus extraordinarios aportes, valentía y, además, por su intuición, que no es un detalle menor. Porque, seamos honestos, la mezcla de conocimiento, experiencia e intuición femenina es ganador: mientras algunos se pierden en la definición de problema, ellas ya saben cuál es la solución. También he participado en el diseño de programas del formación y certificación de trabajos como operadoras de maquinaria amarilla, mecánicas de equipos de alta complejidad y hasta soldadoras API, donde las mujeres se destacaron como las mejores porque tenían actitud y un propósito superior para su vida, su familia y su comunidad.
Pero no solo se trata de rentabilidad y productividad: contar con mujeres en juntas directivas y en cargos de decisión también reduce los riesgos de corrupción. Un estudio de Van Scotter y Roglio (2020) evidenció que, cuando los CEOs presentan rasgos narcisistas y comportamientos arrogantes, sus decisiones pueden derivar en conflictos legales, comportamientos no éticos y daños graves a la corporación. En contraste, la inclusión de mujeres en la alta dirección es una garantía para hacer cuestionamientos, servir de "polo a tierra" (sí, otra vez) e incluir elementos fácticos en la toma de decisiones, llevando a la organización a crear ambientes más críticos, éticos y transparentes. Porque todos sabemos que un "eso no me cuadra" de una mujer en la sala de juntas puede salvar una empresa.
Las cifras no mienten: las empresas con mayor diversidad de género en su liderazgo tienen un 36 % más de probabilidad de superar financieramente a sus competidores, según un estudio de McKinsey. Sin embargo, pese a estos datos contundentes, el camino de las mujeres hacia los altos cargos implica más esfuerzo y sacrificios, pues casi siempre continúan con sus roles de madre, hija y esposa. No obstante, cada vez hay más hombres que se desempeñan maravillosamente en labores del cuidado de los hijos y el hogar para apoyar a sus parejas en su éxito laboral.
Un análisis realizado en 13.000 empresas reveló que tres de cada cuatro compañías que incluyeron mujeres en sus juntas directivas aumentaron sus beneficios entre un 5 % y un 20 %. Además, el 54 % de estas empresas reportaron mejoras en creatividad e innovación, mientras que el 57 % observó un incremento en la retención de talento y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales. Sin duda los resultados anotados son el producto de la sana inclusión de la mujer como un asunto de igualdad de oportunidades y competencia en franca lid.
Para terminar la inclusión de la mujer es una estrategia de crecimiento y sostenibilidad empresarial. Y si de paso nos ahorramos malas decisiones, ambientes hostiles y reuniones interminables, pues mejor todavía.