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Analistas 27/08/2023

Medicina para la esperanza esquiva

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

Las tensiones y divisiones que hemos permitido prosperar están erosionando la confianza en las instituciones y en los demás, amenazando gravemente la armonía social y la estabilidad económica. Sin embargo, hay un camino hacia adelante que se basa en la ética y la responsabilidad.

Este año la Mesa Redonda de Caux CRT en Suiza - que convoca anualmente a universidades, empresarios y lideres del mundo para trabajar en la teoría de Capitalismo Moral- después de un trabajo de estudio, escucha y discusiones ha concluido que tanto a nivel personal, como institucional estamos siendo desafiados a mirar más allá de nuestros propios intereses y debemos desde nuestros roles en la sociedad convertirnos en férreos guardianes del bien común.

La falta de confianza en las instituciones y en los demás ha creado un clima de autosuficiencia y antagonismo. La era de la autonomía individual ha dejado a un lado la importancia de la interdependencia y la colaboración. El capital social, que une a las comunidades, está en riesgo. Nuestro capital humano se está deteriorando por el mal uso de la tecnología, la cultura del individualismo y de las economías abusivas beneficio de sistemas políticos y grupos de personas con intereses perversos.

La realidad de esta irresponsabilidad se manifiesta en las tensiones políticas, las divisiones culturales y las disparidades económicas que corroen nuestra sociedad global. La confianza está en declive, y la esperanza es esquiva. Desde conflictos internacionales, las confusiones sobre lo prioritario, el cambio de la cultura de la unidad e identidad por las de las diferencias están atrapadas en una lucha permanente de todos contra todos.

La sabiduría ética que ha sido transmitida a través de miles de años nos recuerda que la responsabilidad es un valor fundamental. Desde los principios filosóficos milenarios y las enseñanzas religiosas, se enfatiza la importancia de cuidar de los demás y del bien común. Las tradiciones judías, el sintoísmo, el budismo, el cristianismo y el islam, junto con las filosofías no religiosas, coinciden totalmente en la importancia de la responsabilidad.

Este no es el momento para culpar a otros ni para evadir nuestras responsabilidades. Todos tenemos un papel que desempeñar en la construcción de un futuro más prometedor. La ética limita el poder y obliga a fomentar la prosperidad. Los líderes gubernamentales, empresariales, académicos, religiosos, mediáticos y sociales, deben esforzarse principalmente en recuperar la confianza de la sociedad.

La desigualdad en oportunidades y la pobreza son una cuestión urgente que exige atención. La inversión privada y pública para aumentar la equidad y el altruismo podrían ser el punto de partida necesario pero nada será efectivo sin funcionarios probos que garanticen la trasparencia, sin una justicia preventiva y proactiva y sin unos medios que resalten y promuevan el trabajo honrado y ejemplar de muchos.

En un mundo donde los derechos a menudo son afirmados de manera agresiva, debemos recordar sobre todas las cosas que nuestros derechos están intrínsecamente ligados a nuestras responsabilidades. Si reconocemos nuestras responsabilidades y actuamos en consecuencia, podemos marcar la diferencia en el mundo.

Solo trabajando juntos con determinación y compromiso y actuar con ética y responsabilidad podemos construir un mundo más justo y próspero para todos.

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