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El factor común de todas las movilizaciones exitosas es la ética y el propósito de generar bienestar sin afectar negativamente a nadie, sino por el contrario, buscando un bienestar colectivo. Esto es una invitación a hacer acciones y tomar decisiones para generarle consecuencias, desde nuestro círculo de influencia, positivas a quienes nos han hechos mucho bien pero también castigar con severidad a los que han abusado y trampeado nuestra sociedad. Son premios y castigos donde todos estamos de acuerdo, sin colores políticos, religiosos, de género o de cualquier tipo.
Es claro también que las movilizaciones no solo funcionan para situaciones humanitarias, también lo son para situaciones políticas, económicas y sociales. Ejemplos de la historia reciente son la caída del muro de Berlín, con una movilización social contra un régimen comunista violatorio de los Derechos Humanos y económicos; o la quiebra de Enron, con un venta masiva y desbandada por parte de todos los accionistas que provocó la quiebra en pocas horas por una situación de no transparencia y corrupción en sus estados financieros y modus operandi diario; o en nuestro país las marchas del No Más contra el secuestro y delitos de lesa humanidad cometidos por la guerrilla.
Quien no está de acuerdo con que los violadores de niños y los feminicidas no pueden vivir en sociedad; que los corruptos que se robaron las arcas de la salud, o el desfalco a la educación y la alimentación de los niños deben ser juzgados como los delincuentes más peligrosos, a quienes debemos hacer sentir rechazados y censurados socialmente; o que los asaltantes armados son asesinos en potencia y deben ser tratados como criminales de alta peligrosidad; que los que hacen trampa en Transmilenio están robándonos a todos y deben tener registro en antecedentes judiciales con consecuencias laborales y en los centros de educación; o que los que queman y atacan con armas como bombas molotov y piedras a la autoridad, al transporte público y edificios donde ponen en riesgo la vida de muchos deben tener consecuencias rigurosas e inflexibles con pérdida de derechos y accesos a beneficios.
Así mismo, las consecuencias positivas para que con su gran talento o esfuerzo generan valor para todos como son los cientos de héroes vivos que defiende los derechos de los colombianos desde los estrados judiciales; aquellas personas que con su vida e integridad nos brindan el aseguramiento de la seguridad; desde los aportes e investigaciones a la salud; desde sus comunidades remotas construyendo bienes públicos; desde las escuelas y universidades generando conocimiento; desde las empresas y fundaciones generan desarrollo, empleo decente y soluciones innovadoras; desde el deporte y el arte siendo también ejemplo de esfuerzo y talento.
Entonces queda nuevamente en evidencia que en la agenda prioritaria del gobierno debe estar transformar la justicia, nombrando a los más honestos y experimentados; por parte de la sociedad debe ser a través de la vigilancia, las propuestas colectivas y la solidaridad; pero también con el aislamiento por parte de la sociedad comprometida y honesta frente a quienes nos han hecho tanto daño, haciendo movilización social a través de acciones masivas que generen valor, conciencia e identidad; los medios de comunicación mostrando los ejemplos a seguir y los héroes que nos inspiran y no el amarillismo comercial.
No nos dejemos confundir: volvamos al sentido común; a llamar las cosas por su nombre y a tomar acciones como aplaudir a los mejores y a no juntarnos ni tratarnos con los peores; a castigar retirando nuestro respaldo a las empresas, bancos, instituciones, medios y personas con comportamientos antiéticos.