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Analistas 29/12/2024

Qué hay de nuevo... viejo

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

Se viene ya el 2025 y comienza esa época en que hasta los más escépticos empiezan a creer en supersticiones y a hacer planes y promesas que no cumplirán. "Este año sí dejo ese amor toxico, voy al gimnasio y hago el viaje de mis sueños".

Claro, como todos saben el Año Nuevo trae poderes mágicos para transformar nuestra voluntad. La obsesión con los 31 de diciembre es otra arbitrariedad del calendario gregoriano En otras culturas, el año nuevo no tiene nada que ver con el invierno, las uvas o las intoxicaciones alcohólicas colectivas.

El Año Nuevo Chino cae entre enero y febrero, dependiendo de la alineación lunar, y cada año es temáticamente patrocinado por un animal. En 2025, por ejemplo, estaremos bajo el influjo de la Serpiente, un símbolo de poder y buena fortuna, sobre todo para los que hacen los horóscopos. Las celebraciones incluyen bellísimos y cinematográficos desfiles con dragones gigantes, petardos que asustarían hasta el más valiente de los artilleros, y unos sobrecitos rojos llenos de dinero que te hacen pensar: Por qué nosotros nos conformamos con uvas?"

Por su parte, los judíos celebran Rosh Hashaná, que ocurre en septiembre u octubre. Su año nuevo combina solemnidad con dulzura. Aquí no hay uvas ni fuegos artificiales, sino manzanas con miel para endulzar el año entrante. También soplan un shofar, un cuerno que suena como si una oveja hubiera estudiado en el conservatorio interpretación de saxofón

Los tailandeses, por otro lado, celebran Songkran en abril, justo cuando el calor empieza a apretar. Pero ellos no tienen tiempo para reflexionar pues están ocupados dándose una batalla épica de agua! Pistolas de agua, baldes, mangueras... todo está permitido!. Es como la versión adulta de nuestras fiestas de adolescentes, pero aquí mojarse simboliza la purificación y el comienzo fresco del año. Una idea refrescante, literalmente.

En Persia, el Año Nuevo, conocido como Nowruz, llega en marzo con la primavera, idea maravillosa pues no se entiende por qué celebrar un año nuevo en pleno invierno. Ellos montan una mesa llamada haft-seen, llena de objetos simbólicos como manzanas, monedas, espejos y hasta un pez dorado. Todo representa algo bueno: prosperidad, belleza, salud... es como un altar de deseos bien organizado, nada que ver con nuestras montañas de platos, vasos y copas sucias al final de la fiesta.

Esto tampoco termina aquí pues los pueblos indígenas de América también tienen lo propio. Para muchos, el Año Nuevo tampoco sucede en diciembre, sino en el solsticio de invierno o el de verano, según las tradiciones. Lo celebran con rituales, brebajes y danzas para agradecer a la Madre Tierra y pedir un año de buena cosecha.

Entonces, por qué limitarnos al 31 de diciembre? Podríamos adoptar lo mejor de cada tradición: hacer un brindis con champaña, soplar un shofar, tirarnos agua con pistolas, poner manzanas en la mesa y, por qué no, repartir sobres rojos con dinero. Total, lo importante es encontrar un momento para disfrutar, reflexionar y, claro, hacer propósitos con las mejores intenciones.

Así que, sea cual sea su calendario, su tradición o su motivo para celebrar, ¡feliz año con el propósito de nunca perder la fe, la ilusión, el optimismo y las mil razones, que seguro tiene, para agradecer y brindar!

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