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El 12 de mayo de 2020 publiqué una columna en La República con el título de “La nueva normalidad”. Era un tema recurrente en aquella época, en la que llevábamos dos meses con conciencia de pandemia. Quisiera mirar algunos párrafos de entonces a la luz de la realidad actual (el entrecomillado fue escrito hace 10 meses). Afirmaba entonces: “La seguridad en temas de salud y el auto cuidado, crearán una cultura extendida e interiorizada. La prevención hacia los demás para evitar cualquier tipo de contagio estará muy presente. La familia es la unidad a la que hay que proteger y cuidar, lo demás ocupa un segundo lugar”. Ahora, en el segundo pico, parecen muy vigentes estas líneas entre determinados grupos de personas, aunque no en todos.
“Las relaciones sociales, en términos de cercanía física, se reducirán a un círculo pequeño de tipo familiar y de amistad cercana. Las salidas fuera de casa serán menores que antes. Las reuniones en restaurantes, cines, etc. serán más familiares y escasas”. Pienso que esta frase dio en el blanco bastante bien, y parece que continuaremos así. “La movilidad en las ciudades disminuirá, porque las personas se movilizan menos. Los medios de transportes serán mejores paulatinamente, así como la disciplina de la gente en su uso, todo por el control que ejercerá la misma ciudadanía”. Creo que estamos igual que antes, aunque parece que hay un poco menos de tráfico en determinados barrios.
“Se gastará más en salud, sobre todo en servicios realmente buenos y personalizados. Se exigirá más a las entidades relacionadas con la salud. Todo lo que se refiere a vida saludable se fortalecerá: alimentación, ejercicio, descanso, etc. La telemedicina estará a la orden del día”. Algunas de estas afirmaciones eran tendencias sociales que la pandemia no hizo más de reforzar y focalizar. “Las compras por internet serán muy frecuentes tanto en temas de hogar como de trabajo. Existirá mucha facilidad para hacerlo así”.
“Los centros educativos se irán acondicionando para impartir una educación presencial y remota. Habrá menos enseñanza y más aprendizaje. La socialización será menor pero más intencional”. Es un hecho hoy en día, aunque con desigual acierto pues no todos saben lo que hacen, en mi opinión. Se gasta mucho dinero sin certeza del retorno educativo.
“Antiguos valores se ponen en alza: austeridad, valoración del esfuerzo, paciencia, etc. Y existirán otras actitudes menos usuales: Hacer ostentación de lujos está mal visto, igual que cualquier cosa que sea extravagante. La resiliencia gana muchos puntos…” En lo del lujo me parece que me equivoqué, pues a los amantes del derroche siguen en las mismas.
“La vida de familia ganará en calidad; hay más valoración y conocimiento de las personas del núcleo familiar entre sí. Existirá mayor exigencia personal, familiar y social para lograr el equilibrio familia-trabajo”. Este aspecto ha sido la gran eclosión en todos los niveles. “En los trabajos que no sean operativos o no directamente de servicios se irá abriendo camino el teletrabajo”. También aquí la pandemia aceleró una tendencia que tenía mucha resistencia en las empresas, pero que se está imponiendo de una u otra forma.
Una cosa tengo clara hoy: lo que se escriba hoy puede quedar obsoleta en un mes. Vivamos, pues, el instante presente con plenitud, procurando dejar huella.