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El American Heritage Dictionary definió en 1992 al intrapreneur como “aquella persona dentro de una organización que se responsabiliza por convertir una idea en un producto terminado, económicamente viable, a través de la toma de riesgos y la innovación”.
Desde entonces el concepto se ha modificado, ampliado, etc. Algunas organizaciones promueven estas prácticas, otras no se lo plantean. Tener emprendedores internos supone una potencialidad grande para la empresa, que necesita entre otras cosas una cultura de empoderamiento.
Lleva consigo salir de la rutina y, sobre todo, requiere que el jefe renuncie a tener control de todo, que deje hacer, que se alegre del triunfo de sus colaboradores y que no tenga miedo a perder territorio. Es la única manera de que él mismo realice cosas de más envergadura y más amables.
Pero esta columna pretende plantear que un buen escenario para formar intrapreneurs podría ser la familia y el hogar. Se trata de dar otra dimensión a las tareas o encargos que existen en algunas familias. Quisiera mencionar ideas ya existentes que podrían convertirse en emprendimientos domésticos económicamente ventajosos.
Por ejemplo, unos hermanos adolescentes pueden crear un emprendimiento de lavado y arreglo de bicicletas juveniles en el edificio. Papá o mamá podrían asumir el papel de consultores externos de disponibilidad inmediata. Alguien tiene que hacer el mercadeo del servicio y otro de la operación… Llevar las cuentas, hacer las compras y la logística del manejo de las bicicletas también son tareas importantes.
Si se hace un buen trabajo, con entregas a tiempo y la sonrisa en la cara, la fidelización es segura. Si papá y mamá son buenos consultores y no se inmiscuyen en el negocio el aprendizaje es grande. Desde pequeño se asume que la mesada hay que ganarla.
Conozco un adolescente que hace de Rappi en el interior del edificio, desde portería hasta los respectivos apartamentos, con todas las normas de bioseguridad. Otros han creado una escuela para enseñar y entrenar a “gente muy mayor” de más de 40 años, familiares y conocidos, en el manejo de redes y algunos programas de computador.
Organizar y limpiar periódicamente los “cuartos de San Alejo” es una idea interesante. Diseñar y ejecutar con una metodología adecuada la idea de renovar el closet para que tenga una mejor organización con elementos livianos y movibles, es otra.
Ideas hay muchas, pero lo importante es el aprendizaje que supone convertirla en un proyecto viable y la disciplina para llevarla a feliz término. Hay muchas competencias en juego que serán útiles toda la vida. Desde luego no se trata de que todos los hijos tengan vocación empresarial ni mucho menos. Un deporte, una aptitud artística o una afición son el insumo básico para desarrollar competencias si existe intencionalidad y metodología. El manejo del tiempo es importante pues hay que hacer compatible estos trabajos con el estudio, el juego y las amistades.
Una dificultad es la ya mencionada al principio, y es que los papás no confíen en las capacidades de los hijos y en su responsabilidad. Si no tienen esos valores, los tendrán si se les deja tomar decisiones de acuerdo con su edad, desde luego asumiendo las consecuencias de sus actos. Al final papás e hijos comprobarán que aprender juntos en familia, que es la mejor universidad, es divertido y tiene muchos beneficios.