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Liderar un equipo puede ser tan fácil o complejo como queramos. En muchas ocasiones, la jerarquía nos aleja de nuestro equipo cuando perdemos de vista las necesidades personales e intelectuales de cada uno. Esto sucede cuando nos enfocamos demasiado en el objetivo y descuidamos el proceso debido a nuestra falta de humildad, inseguridades, u otras razones. En cambio, si nos centramos más en el proceso, los resultados óptimos surgirán naturalmente, permitiendo que cada persona brille con su máximo potencial.
Una forma más asertiva para liderar se basa en identificar las motivaciones, retos y actividades que inspiran a cada individuo del equipo. Todos somos diferentes: a algunos los mueve generar ambientes productivos y agradables, otros se enfocan en asegurar que las cosas sucedan, algunos se ilusionan con una planeación perfecta, otros con nuevas ideas y proyectos y otros con la creación de estrategias. Sin embargo, a menudo, los categorizamos y limitamos en función de sus habilidades, contradiciendo nuestra naturaleza diversa.
Liderar desde las motivaciones del otro no entra en conflicto con los objetivos y procesos de la empresa: potencia el conocimiento, la innovación y la productividad. Nos permite anticipar la desmotivación y abordarla de manera asertiva, manteniendo el impulso en cada situación y gestionando mejor las fluctuaciones en un mundo de incertidumbre constante.
Asimismo, es necesario valorar la diversidad de pensamiento y la disrupción intelectual, en lugar de desalentar ideas innovadoras o enfoques no convencionales por temor a perder protagonismo, control o liderazgo. Al fomentar la diversidad intelectual, generamos una amplia gama de alternativas, soluciones creativas, nuevos modelos de negocio y formas de relacionarnos con nuestro entorno. En muchas ocasiones, el líder debe, en silencio, observar cómo suceden las cosas y confiar. Desde el silencio, el equipo brilla más, se estimula la creatividad y el pensamiento crítico.
Liderar con énfasis en el objetivo genera inequidades y desmotivación. Es común ver en organizaciones que la persona que va más allá de lo esperado recibe la misma o menor atención, reconocimiento y compensación que aquel que se mantiene en su zona de confort, lo cual amenaza la gestión del conocimiento, la retención de talento y el desarrollo continuo de la propuesta de valor.
Los equipos, como cualquier ser vivo, evolucionan a medida que van creciendo. Si hacemos crecer a nuestros equipos, preparémonos para mayores expectativas. La clave está en entender en qué va el proyecto personal y profesional de cada uno de manera sincera, que incluya a su familia y a sus ámbitos intelectual y personal. Las personas no renuncian a las empresas, renuncian a sus jefes y a cómo lideran y afrontan las frustraciones de sus equipos.
Liderar no es fácil, pero tampoco está tan lejos de lo que esperamos cuando nos lideran. En el panorama económico actual, aquellos que sobresalen en medio de la incertidumbre y continúan mejorando su estrategia y gestión son los que finalmente triunfan. En este 2024, ¿cuáles son las cosas que estás haciendo bien, que te diferencian y que debes llevar a otro nivel para seguir destacando frente a tus competidores? ¿Cuáles son las que debes replantear? ¿En qué te debes preparar mejor?