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Analistas 30/08/2023

Economía anémica

Ricardo Durán Romero
Socio VCR Group

En el mundo financiero existe una confusión actualmente debido a que en los dos últimos meses se registró un desacoplamiento entre las tasas de interés pasivas del sector financiero y la inflación. Mientras que la tasa DTF mensual acusó un aumento de 1% entre mayo y julio (de 12,57% a 13,58%), la inflación bajó algo más de medio punto en dicho lapso (de 12,36% a 11,78%).

En la jerga de los economistas, la DTF real (descontada la inflación) pasó de 0,21% a 1,8% entre mayo y julio, justo en la antesala del inicio de un ciclo bajista en la tasa de intervención. Ciertamente, desconcierta este desencuentro en el que la inflación baja por la escalera y la DTF sube por el ascensor.

Sin embargo, existen factores que explican el divorcio. La revisión de los agregados monetarios muestra una economía altamente ilíquida. El saldo de reservas internacionales brutas registró crecimientos nominales anuales negativos desde diciembre de 2021 hasta marzo de 2023. La base monetaria también se contrajo en términos nominales con un crecimiento anual de -0,4% en abril que se intensificó a -4,1% en julio.

La contracción nominal de la base monetaria impacta directamente a los denominados medios de pago, cuyo comportamiento determina el grado de liquidez de la economía y por consiguiente el nivel de las tasas de interés. El más célebre de ellos, el famoso M1, registró un crecimiento nominal de -3,4% en febrero que escaló a -7,1% en julio, con un promedio de -5,7% en estos meses.

Vista en contexto, la contracción del M1 es escalofriante pues en los últimos 38 años de historia monetaria tan solo hubo dos episodios similares: la contracción promedio de 2,7% entre octubre de 1998 y marzo de 1999 que corresponde con la gran recesión de fin de siglo y la de 1,1% entre septiembre de 2016 y abril de 2017 causada por la desmonetización que sufrió la economía tras el desplome del precio del petróleo.

Si se acude a la tasa de crecimiento real de M1 la conclusión es similar: la contracción real promedio de 2023 (12%) es solamente comparable con la de la crisis de 1999 (13,7%). Y si se introduce en el análisis a M2 para incluir los cuasidineros, se evidencia que su crecimiento nominal actual está por debajo de 10%, como igual ocurrió en Colombia en la recesión de 1999, en la crisis internacional subprime de 2008-2009 y en la destorcida de los precios del petróleo de 2016.

Si bien la contracción de los agregados monetarios suena escalofriante, sus resultados son consistentes con la política de control de la inflación. Esto significa que cuando estén dadas las condiciones, el Banco de la República podrá reducir la tasa de intervención para llegar a un momento futuro de neutralidad monetaria que reduzca el nivel de las tasas de interés. Esto no es lo que preocupa.

El problema surge de algunos factores que no están bajo el control de la autoridad monetaria y que amenazan la convergencia de las tasas de mercado hacia las guías del Emisor. Uno de ellos es la ejecución del Presupuesto General de la Nación, pues la lentitud del gasto público obra en la práctica como una operación de contracción monetaria. Inquieta que en el mercado se hable de un monto congelado que puede ascender a $30 billones.

Los otros factores tienen que ver con los bancos. Un análisis de los estados financieros en los meses anteriores al momento en que la tasa DTF comenzó a subir (segunda quincena de abril) da cuenta de una pérdida de liquidez de la banca desde el mes de marzo.

En dicho mes se presentó una fuerte caída de las cuentas de ahorro del orden de $19,3 billones (6,7% frente a febrero) que finalmente redujeron el total de captaciones en cerca de $10 billones. Como resultado de este movimiento el disponible y las inversiones bancarias se desplomaron $12 billones y por lo tanto se esfumó el exceso de liquidez con el que se inició el año.

De los factores citados, quizás el único que en teoría debería tener rápida solución es la aceleración del gasto público. Al gobierno no le gustan las tasas de interés altas, pero hace muy poco para remonetizar la economía en los momentos en que más lo necesita. Al respecto no conviene olvidar que el PIB privado se contrajo 0,4% en el segundo trimestre de 2023.

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