MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Si Colombia termina como Venezuela, cada vez más probable, no será por culpa de Petro. Él está siguiendo su libreto: sus países modelo son Venezuela y Cuba y siempre admiró a Fidel Castro y Hugo Chávez.
Los responsables de la debacle del país serían las fuerzas de oposición, sus celos, vanidades y egos y su incapacidad de hacer acuerdos y de construir un muro de contención para detener los caprichos de Petro. Los responsables del descalabro de Colombia serían los líderes de los partidos políticos de oposición, de los gremios, de la academia y varios líderes empresariales. También sería culpa de los fanáticos y de los ingenuos que votaron por él. ¿Pero qué tipo de debate se pueda hacer con un fanático o un ingenuo?
La actual administración, buscando su beneficio, está empeñada en erosionar las instituciones democráticas. La admiración de Petro por las dictaduras de izquierda refuerza sus deseos de centralizar el poder y socavar los controles y equilibrios democráticos. Sus propuestas para una asamblea constituyente son un paso hacia la consolidación de su poder, similar a lo que ocurrió en Venezuela bajo Chávez. Su meta: ampliar su mandato, acabar con la separación de poderes y con la independencia judicial.
A nadie le debe quedar duda, que siguiendo el ejemplo de los regímenes que él admira, su propósito es imponer restricciones a la disidencia política, a la libertad de prensa y destruir nuestro tejido democrático. De tiempo atrás sabemos de su vocación autoritaria.
Él quiere cada vez mayor intervención estatal en la economía, mayor gasto público, mayores impuestos y más regulaciones para las empresas. En su discurso vende estas propuestas como necesarias para reducir la desigualdad y aumentar el bienestar social. La realidad es que acabó con el crecimiento económico, ahuyentó la inversión extranjera y no se observa disminución de la pobreza. La experiencia venezolana muestra que las políticas económicas populistas provocan hiperinflación, escasez de bienes básicos y un colapso de los niveles de vida.
La propuesta de Petro de migrar rápidamente a una economía verde, aunque encomiable a largo plazo, ha tenido repercusiones nefastas en el corto plazo. Abandonar los combustibles fósiles, sin una planificación e inversión adecuadas en sectores alternativos, ha dado por resultado inestabilidad económica y aumento de la incertidumbre.
Colombia tiene una historia larga de conflicto civil y violencia, y cualquier deterioro de las condiciones económicas podría exacerbar estos problemas. El aumento de la pobreza y la desigualdad provocará mayores protestas y disturbios, desestabilizando aún más el país.
Crear un Frente Unido de Oposición (muro de contención) a las amenazas de Petro evitaría los riesgos mencionados. Los partidos de oposición, los empresarios y la academia deberían aprender de los errores y los triunfos tardíos de la oposición venezolana, dejar de lado los egos, celos y vanidades, y trabajar por un gran acuerdo en defensa de la democracia.
Es urgente defender la independencia del poder judicial, fortalecer la libertad de prensa y la integridad de los procesos electorales. También es urgente hacer una campaña internacional para desvirtuar la falsa imagen que Petro ha creado sobre la realidad del país. La presión internacional es definitiva para detener sus veleidades despóticas.
El Frente Unido de Oposición deberá buscar el apoyo de las ONGs y de los líderes comunitarios y en general de la sociedad civil que ve con preocupación el rumbo que está tomando el país. Buscar una fuerte conexión con la sociedad civil ayudaría a crear un movimiento de base amplio, capaz de ejercer una gran presión sobre el gobierno.
Esperemos que las fuerzas de oposición dejen los celos, las vanidades y los egos y se unan para salvar el país.