¿Crisis de liderazgo?

Tres dogmas de la izquierda latinoamericana son: el poder no se entrega, hacer una asamblea constituyente y eliminar la iniciativa privada.

En un debate a finales del año pasado con un grupo de empresarios concluimos que, si queríamos que el país no siguiera por el despeñadero, era necesario unir a la oposición.

La experiencia de Venezuela nos dio muchas luces: allá la oposición se había tardado 20 años para lograr acuerdos fundamentales, hacer unas primarias y tener un candidato único. Desafortunadamente fue tarde y el Socialismo S. XXI hoy no permite que nadie les ponga en riego el negocito que montaron.

Pensamos que primero debíamos conversar con Uribe y Vargas Lleras, y luego con Pastrana y Enrique Gómez, todos consistentes opositores. Si estos fueran capaces de hacer un acuerdo sobre lo fundamental, serían el magneto para atraer a los nuevos alcaldes y gobernadores que ven en Petro una amenaza para la democracia y a tantos políticos que empiezan a entender el peligro que enfrentamos. Sólo una oposición sólida, unida y fuerte podrá detener a Petro en sus destructivas intenciones. Petro sabe que a una oposición dividida la derrota fácilmente, como lo ha logrado hasta ahora.

No fueron pocos los amigos que nos tildaron de ilusos, ya que consideraban el ego de Vargas Lleras un obstáculo insalvable.

Mis primeros contactos con el mundo político fueron a finales de la década de los 50 del siglo pasado, cuando en las visitas del presidente Alberto Lleras a la apacible Medellín de esa época, se quedaba a dormir en casa de mis padres. Mi padre era una mezcla de político y empresario, con la particularidad que le interesaban más las ideas que la plata.

Si algo me quedó grabado fue la sencillez del presidente Alberto Lleras y su dominio de todos los temas. Yo era muy pequeño, pero por mi padre aprendí que Lleras había tenido la humildad y entereza de sentarse con su mayor enemigo político, Laureano Gómez, y en un gesto de desprendimiento ambos acordaron unir fuerzas para salvar el país de la dictadura.

Luego el huésped en casa sería el presidente Carlos Lleras, quien tenía un carácter más recio, pero una gran capacidad de lograr consensos en medio de la polarización que le tocó enfrentar.

Alberto Lleras era tío tatarabuelo de Vargas Lleras y Carlos Lleras su abuelo, dos líderes que pusieron siempre el bienestar de Colombia por encima de cualquier otro interés. Gracias a este antecedente animé al grupo para que siguiéramos adelante.

Nos pusimos en contacto con Uribe, quien de inmediato manifestó su interés en ese diálogo.

En nuestro razonamiento concluimos que para que esa conversación se diera, Vargas Lleras debía tomar la iniciativa de contactar a Uribe.

Nos pusimos en contacto con varios líderes de la campaña de Vargas Lleras en Medellín y les planteamos nuestra inquietud. La recepción a nuestra propuesta no pudo ser mejor. Luego de comunicarse con el ex vicepresidente nos manifestaron que la había recibido con mucha atención.

Sin embargo, pasó el tiempo y pese a nuestra insistencia, no solo no había avances, sino que nuestros interlocutores se “enfriaron”.

Acudimos entonces a familiares cercanos a Vargas Lleras, quienes no solo vieron nuestra propuesta con agrado, sino que nos manifestaron que no entendían por qué esa conversación entre ellos dos no se había dado antes. Luego de hablar con su pariente nos manifestaron que él había recibido con interés la propuesta y se haría cargo del tema. Pero pasa el tiempo y no hay avances. Más bien estos se dan en el bando contrario, donde Petro sigue en su plan de someter o peor aún acabar las instituciones e insistiendo que cuatro años no son suficientes.

¿Terminaremos como Venezuela? En las crisis se conocen los grandes líderes. ¿Estarán nuestros líderes a la altura de los retos que enfrentamos?

Nota: Dr. Vargas: ¿Y qué tal si se pone de acuerdo con Uribe, apoyan la constituyente, unen a la oposición y hacen campaña para sacar 70% de los constituyentes?