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Según Mario Vargas Llosa el encanto de las novelas consiste en llevan al lector a un mundo imaginario, dónde los defectos del real son superados. Es la manera como los lectores escapamos de los problemas del día a día y viajamos a un mundo fascinante y desconocido, donde la vida y el entorno son mucho mejores.
A principios del Siglo XIX, cuando Estados Unidos se empezaba a ampliar hacia el oeste, la pequeña cabaña del padre de Abraham Lincoln era parada obligada de quienes viajaban a asentarse en los nuevos territorios. Sin televisión, ni radio, ni periódicos, las noches al lado del fuego giraban alrededor de las historias y cuentos de cada uno. En esto el padre de Abraham era aventajado y deslumbraba a su audiencia con sus historias. En especial al pequeño Abraham. Muchos de los cuentos, aunque no los entendía, los memorizaba para luego tratar de encontrar su significado. Así desde pequeño desarrolló una capacidad para contar historias que le ayudaron a ganarse el cariño de la gente y llegar a la presidencia en uno de los momentos más difíciles de su historia. Con su liderazgo y sus cuentos consolidó la unión americana, acabó la esclavitud y cambio el curso de la historia. Es uno de los presidentes más admirados por los norteamericanos.
Contar historias ha sido una tradición milenaria. Desafortunadamente la TV y otras formas de entretenimiento nos borraron esas facultades. Le quitamos a las conversaciones esas vivencias personales que animaban las reuniones.
Igual a pasado con las juntas directivas, el PowerPoint, que sin duda es una gran herramienta, desafortunadamente es aséptico, incoloro, incombustible y sin corazón, convirtió las reuniones de junta en un foro sin emociones ni ilusiones.
Por eso muchas empresas, buscando un ambiente de mayor emotividad y creatividad, están pidiendo a sus ejecutivos más imaginación al momento de hacer las presentaciones a la junta directiva, sobre todo cuando se trata de la presentación de nuevos proyectos.
Así como Julio Verne a punto de historias lanzó al mundo a la conquista del espacio y de los océanos, los ejecutivos deberían llegar a la junta con historias que inviten a soñar en un mundo mejor y como con nuevos productos, atendiendo nuevos mercados, con nuevos canales, con la presencia en nuevas regiones, adoptando nuevas tecnologías, protegiendo el entorno, buscando mayor inclusión se podría satisfacer mejor a los clientes actuales y nuevos y alcanzar el anhelado crecimiento con rentabilidad.
Esto obliga a los ejecutivos a presentar las cifras de manera creativa, más gráficas en lugar de tablas, mostrando no sólo el hoy, sino como llegamos a la actual situación, explicando como en el pasado se alcanzaron las metas propuestas o porque no se alcanzaron, relatar de manera amena las metas ambiciosas a donde se quiere llegar en los próximos 3-5 años, con las propuestas y planes que harán posible alcanzarlas, describiendo las situaciones adversas y a favor, comparando con la competencia, de manera que enganchen a la audiencia con ese propósito.
El futuro es lo que queremos que sea. Pero sin imaginación y sueños, el futuro será igual al pasado.