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Cuando el estado toma un peso, devuelve $0,70 a la economía, pues gran parte del dinero se pierde en burocracia y por las ineficiencias del estado. Cuando el sector privado toma un peso, devuelve más de $1,30 a la economía, pues su razón de ser es crear riqueza.
El debate sobre el rol del Estado en la economía ha sido una constante a lo largo de la historia. La evidencia muestra que el sector privado, por su naturaleza competitiva, tiene una capacidad superior para generar riqueza y optimizar recursos en comparación con el sector público.
Durante las décadas de 1970 y 1980, Pdvsa generaba una gran cantidad de ingresos para Venezuela. Con el socialismo del siglo XXI, la politización de la empresa, la falta de inversión, la corrupción desenfrenada y la ineficiencia administrativa pasó de producir 3 millones de barriles día con 40.000 empleados en 1998, a producir 1 millón de barriles día con más de 100.000 empleados 10 años después. La petrolera colombiana Ecopetrol va por el mismo camino.
La compañía 4-72 es el operador de correos estatal de Colombia. Ante su incapacidad de competir con Servientrega, Coordinadora, TCC, Inter Rapidísimo y las multinacionales, cada vez que se posesiona un nuevo Gobierno, 4-72 es reestructurada con el fin de volverla más competitiva. Nunca lo logran. Nunca sabremos cuánto se han gastado en reestructuraciones. Según el gobierno de Petro: “la reestructuramos para salvarla”.
Las empresas estatales de energía de México y Brasil han sido durante muchos años criticadas por sus elevados costos de operación y tarifas poco competitivas. En Colombia, por falta de previsión del Gobierno, el precio exorbitante del gas hará que muchas familias vuelvan a cocinar con leña.
En febrero de 2025 se acabó el monopolio de los aguardientes en Colombia. Si los gobernadores con fábricas de licores no empiezan a administrarlas como si fueran empresarios privados y las dotan de un gobierno corporativo moderno, en menos de 10 años estarán asistiendo al funeral de estas.
Cuando los monopolios estatales desaparecen y se permite la entrada del sector privado, los consumidores se benefician con mejores opciones, precios más bajos y servicio más eficiente. El Estado no debería ser un competidor, sino un regulador que garantiza reglas equitativas y la libre competencia.
El Estado debería:
1. Simplificar los procesos administrativos, reducir la intervención gubernamental e incentivar la inversión y el emprendimiento. Por el contrario, un exceso de regulaciones y trámites burocráticos aumenta la corrupción y dificulta la creación y expansión de las empresas.
2. Crear un marco regulatorio que impida la formación de monopolios y fomente la entrada de nuevas empresas para garantizar precios competitivos y servicios de calidad. En sectores estratégicos como telecomunicaciones, energía, salud, etc., mayor competencia reduce costos y mejora la eficiencia.
3. En lugar de aumentar la tributación para los pocos que pagan, debe hacer que todos paguen. Un sistema tributario justo y equitativo es fundamental para garantizar un crecimiento económico con mayor equidad.
4. Facilitar el desarrollo del sector privado mediante la inversión en infraestructura básica como carreteras, puertos y telecomunicaciones. Un mejor acceso a infraestructura reduce costos de operación y facilita el comercio.
Desafortunadamente, en Colombia estamos haciendo todo lo contrario.
La burocracia, la corrupción y la falta de incentivos para lograr mayor productividad han llevado a la quiebra a numerosas compañías estatales. Solo a través de una economía basada en la competencia y la eficiencia se puede garantizar mayor bienestar, progreso y equidad para la sociedad. Un país próspero no es un Estado gigante e ineficiente, sino uno que facilite el desarrollo del sector privado y garantice condiciones equitativas para todos.