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Conocí a Roberto en 2007 cuando él era miembro de la junta directiva de una corporación venezolana con inversiones en los sectores automotriz y agroindustrial. Él era además miembro de las juntas de una multinacional cementera y de un importante banco.
En 1998 Chávez se puso piel de oveja para recibir el apoyo y los votos de la clase empresarial. A los pocos meses de posesionado, la oveja mostró sus grandes colmillos. En 2008 ya había nacionalizado varias industrias y en ese año nacionalizó todas las cementeras. Roberto perdió una de sus actividades y al poco tiempo empezó la escasez de cemento.
En ese año empezó también a presionar a los dueños de los bancos aún sin nacionalizar, para que los vendieran a personas cercanas al régimen.
Así ocurrió con el banco donde Roberto estaba en la junta. Este quiso retirarse, una vez el nuevo dueño tomó posesión, pero le pidieron que se quedara unos meses para facilitar la transición. En 2009 el nuevo propietario del banco y cercano al círculo de Chávez cayó en desgracia: desde presidencia dictaron orden de captura contra él y la junta directiva. Roberto había pasado con anterioridad su carta de renuncia y ya se había retirado, pero en estos regímenes la ley la hace cada día el dictador. Tuvo que salir por Cúcuta de manera apresurada. Hoy vive en Miami, igual que multitud de venezolanos.
El odio del régimen venezolano contra los empresarios y su empeño en acabarlos dio sus frutos: miles de empresarios salieron de Venezuela, muchos en condiciones peores que las de Roberto. Se acabó la industria. Hoy Venezuela tiene que importar prácticamente todo.
¿Pasará igual a los empresarios de Perú y Chile? ¿O a los de Colombia? ¿Hay algo que puedan hacer?
En Latinoamérica la Responsabilidad Social Empresarial ha tomado fuerza entre los grandes empresarios, pero no en los medianos y pequeños. Pero además de la RSE, deberán ejercer la Responsabilidad Política Empresarial: alfabetizar a sus trabajadores sobre la importancia de votar, las cualidades y defectos de los diferentes candidatos, los riesgos, amenazas y oportunidades de mejora que cada uno pueda representar.
En las elecciones que se avecinan, el voto de los 10 millones de trabajadores formalizados en Colombia será definitivo. Muchos de ellos no votan, o no saben por quién votar, o no entienden las propuestas de los candidatos y menos la capacidad de gestión de cada uno.
Los candidatos con mayores posibilidades de pasar a segunda vuelta fueron alcaldes de Bogotá y Medellín, ciudades donde las veedurías Cómo Vamos de 2014 y de 2019 tienen reportes completos e independientes de cómo le fue a Petro (Destituido a finales del 2013) y a Fico. A la pregunta ¿Piensa que las cosas en Bogotá / Medellín van por buen camino? Bogotá, que tenía un promedio de aceptación de 60%, con Petro terminó en 30%. Medellín que tenía un promedio de aceptación de 80%, con Fico terminó en 83%.
Los empresarios pueden acudir a las Cámaras de Comercio de Bogotá y Medellín y programar presentaciones de “Cómo Vamos” en sus empresas. Podría ayudarles a ejercer la RPE y evitar experiencias como la de Roberto.