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Aunque hay divergencias sobre la fecha de celebración del día del ingeniero en Colombia, lo cierto es que la conmemoración en el país se ha consolidado el 17 de agosto. De todas formas, más allá, lo primordial en este texto será poder reflexionar sobre esta maravillosa profesión y su futuro, lleno de retos fascinantes, que se avecinan.
Como ingeniero de sistemas, con un poco más de 30 años de egresado y experiencia, he sido testigo de las conquistas de la ciencia y la tecnología en estas tres décadas en la industria. Pese a las bondades de nuestros estudios, un reto importante que tienen hoy los ingenieros y aspirantes es que la rama de conocimientos adquiridos puede llegar a ser generalista, frente a las necesidades concretas del mercado y también los retos del planeta.
No hay duda, que la tecnología es el principal habilitador para avanzar hacia la solución de los nuevos retos de la sociedad. Sin embargo, no basta únicamente con esto. También, las habilidades blandas y la comprensión de las problemáticas sociales son relevantes a la hora de diseñar soluciones tecnológicas.
Así mismo, creo que los cambios poblacionales y de desarrollo a nivel económico, político y tecnológico han sido muchos y precisamente por esto es pertinente reflexionar sobre lo construido. Hoy vemos la obsolescencia de ciertas tecnologías como, por ejemplo, en la generación energética, se hace evidente la necesidad de cambio de los hidrocarburos para mantener a flote nuestro planeta y frenar el cambio climático.
En ese panorama, cabe preguntarnos ¿cómo debemos ver ahora los ingenieros del siglo XXI el avance tecnológico? ¿Se deben incorporar perspectivas de sostenibilidad socioambiental y conciencia ética de la implementación de nuevas tecnologías en la universidad? Claro que sí.
La deontología profesional, es la rama que estudia la ética a nivel laboral, y los ingenieros no estamos exentos de una asignatura como esta, dados los retos éticos y bioéticos que vemos que se aproximan con la nanotecnología, la Inteligencia Artificial o la automatización que asusta con eliminar millones de puestos de trabajo humano; entre otras, por mencionar algunos desafíos y campos.
Sobre la ingeniería de Sistemas, mi carrera en particular, de acuerdo con un estudio del 2020 de la Corporación Universitaria Iberoamericana, hay más de 26 mil mujeres y 62 mil hombres con diplomas en ingeniería de sistemas, graduándose aproximadamente 5.400 profesionales por año en este campo. Además de ser carreras que tienen un promedio de empleabilidad de 80% sobre 72% que tienen las demás carreras.
Estos números, cada vez más, empiezan a ser insuficientes para las necesidades del mercado, pero nos motivan a seguir alentando la preferencia por el campo de las ingenierías. Y como se ve, con especial foco en la necesidad de tener más mujeres estudiantes, que eviten sesgos y brechas en el desarrollo tecnológico.
La ingeniería, en especial la de sistemas, ha sido una gran impulsora para que la tecnología aporte a todas las áreas de la sociedad y a la calidad de vida de las personas. Los retos que se prevén son más complejos y amplios, ya que están vinculados a la transformación digital de todas las industrias y sectores. No obstante, personalmente, creo que los ingenieros estamos avanzando en este camino, reconociendo, eso sí, que debemos tener una mirada más holística, abordar una preparación interdisciplinaria que profundice en los problemas de las empresas, organizaciones y de las entidades que prestan servicio al ciudadano, con ética y responsabilidad y con una mayor conciencia de sostenibilidad por nuestra parte.