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“Uno de los denominadores comunes de los tiempos y lugares prósperos han sido la ley y el orden. Dicho de otro modo, los tiempos y lugares donde era difícil establecer la ley y el orden, pocas veces pudieron prosperar”, Thomas Sowell.
Por estos días nuestra conmocionada y vibrante realidad política, ha dispuesto a la tan acostumbrada palestra de la dirigencia pública, un tema a mi entender, trascendental tanto desde la doctrina liberal como desde la realidad material que hoy aborda a Colombia toda: el crecimiento desbordado de la inseguridad.
Tristemente, la realidad de hoy, en términos de seguridad es una que nos lleva a rememorar la de los años noventas. Solamente el secuestro ha aumentado más de 110% en nuestro país. Ni que decir de las invasiones a la propiedad privada. La percepción de inseguridad es cada vez peor, pues no existe hoy una sola persona que se sienta segura en nuestro territorio, y de nuevo nos hemos colgado la medalla de entrar en la lista del departamento de Estado de los Estados Unidos, de países con alerta para viajar debido a los riesgos de seguridad y terrorismo.
Antioquia tristemente no es la excepción: En 2023 hubo 11 masacres, la tasa de homicidios fue de 25 casos por cada 100.000 habitantes. En este departamento se concentra 37 % de las hectáreas de minería ilegal de oro y contamos con 19.000 hectáreas de cultivos de coca. Mientras tanto, nuestra fuerza pública pierde rápidamente inversión y capacidad de acción por cuenta de una visión nacional sesgada ideológicamente, que hace que hoy Antioquia tenga la mitad de policías con los que contaba hace 15 años.
Preguntó entonces con la sinceridad usual con la que redactó estas columnas: ¿es posible considerar la existencia de la propiedad privada, de las fuentes de riqueza, de la construcción de bienestar, de la libertad económica, en un territorio sin seguridad?
Dicen los grandes teóricos que el estado se crea con dos premisas trascendentales: la Seguridad y la Justicia. Es por esto que imprimo en esta columna, algunas consideraciones al respecto de llenar la tasa propuesta en Antioquía:
1. Persigo casi obsesivamente algunos referentes liberales que han forjado mi criterio: Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Ambos aumentaron el gasto militar en la guerra fría buscando la paz a través de la disuasión de la fuerza contra el totalitarismo Soviético.
2. Los estados se crean para proteger la vida, la seguridad y la propiedad privada. Hoy estamos en una emergencia de seguridad en Antioquía y Colombia. La Paz de recorrer nuestro territorio se transformó en miedo, La Paz de invertir en un país seguro se transformó en fuga de capitales. La Paz de tener una propiedad, un emprendimiento o un negocio, se transformó en casi la certeza de perderlo todo.
3. En los últimos años se ha acelerado el control del territorio por parte de grupos al margen de la ley, cediendo lo que llaman los teóricos la soberanía ad intra. Perdemos soberanía interna mientras los delincuentes construyen un estado paralelo. No por nada en el índice internacional de derechos de propiedad países como Ghana, Senegal y Kenia nos superan. ¿Creen ustedes queridos lectores, que es posible seguir construyendo patrimonio en medio de tal ataque contra la seguridad?
4. Están exentos de la contribución 85 % de los suscriptores residenciales pertenecientes a los estratos 1, 2 y 3. Y los suscriptores que más pagarían, ósea los estratos 6 que son solo 2% de los suscriptores residenciales; pagarían entre $15.000 y $20.000 mensuales, dependiendo del consumo.
5. La Gobernación de Antioquia buscando la eficiencia y con una visión de menos burocracia, eliminó 16 secretarías y más de 40% de los gastos de nómina. El recurso recaudado por la tasa tiene destinación específica para por medio de la seguridad recuperar el orden.
6. La seguridad es un valor jurídico fundante, la seguridad no es el objetivo sino el medio. Es una condición no suficiente pero sí necesaria para poder llegar a todos los rincones con educación, cultura y bienestar.
7. No hay nada más confiscatorio, más antiliberal, que dejar la inseguridad, la ley y el orden, al garete de los criminales.
La batalla que se libra desde Antioquia es una que también se da a favor de toda Colombia, pues acabando con los cimientos que protegen este departamento están desestabilizando lo que queda de nuestra nación.
Para concluir me permito parafrasear al gran Plinio Apuleyo Mendoza: Colombia necesita un estado presente, fuerte y duro con los delincuentes y los corruptos, pero discreto, permisivo y suave con los ciudadanos honestos y sus proyectos de vida. Un Estado que se note poco cuando se trata de actos lícitos que respeten derechos ajenos. Pero que se note mucho para castigar los crímenes, las trampas y la violencia. Un Estado pequeño o nulo en derroche y burocracia innecesaria, en regulaciones y trámites repetidos. Pero un Estado grande y lleno de recursos para llegar a los lugares más remotos con el poder de la autoridad legítima y oportunidades para todos.