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Analistas 18/06/2024

La ideología del emprendimiento

Roberto Rave Ríos
Presidente ejecutivo Laick - Cofundador Libertank
La República Más

De izquierda, de derecha, feministas, machistas, vegetarianos, carnívoros, pobres y ricos, empresarios, empleados, animalistas y un sin fin de corrientes, algunas hasta con el cruel objetivo de poner a los hijos contra sus padres, como si se tratara de aquella época comunista en donde se incentivaba a los hijos a delatar a sus progenitores contra el régimen. ¿Hasta dónde nos llevarán las ideologías? ¿Hacia dónde se encamina un mundo controlado por la mentira de las ideologías?.

Dicen el profesor José Ramón Ayllón que “toda ideología promete un mundo feliz que nunca llega, pero la esperada utopía incrementa su popularidad y facilita su implantación”. Y es de esta manera como comenzamos a odiarnos entre nosotros, como construimos muros impenetrables desde donde se disparan las balas de la frustración y el resentimiento, pero se esquiva la posibilidad de la responsabilidad individual que nos lleva a hacernos cargo de nuestro futuro, a ser los redentores de nuestros sueños.

Las ideologías eliminan nuestra posibilidad de preguntarnos sobre el mañana, nos hacen víctimas anticipadas de la vida, nos transforman en una suerte de entes para repetir frases que no pueden ser explicadas con nuestras propias biografías. Bien menciona Augusto Cury que “lo ideal sería que la educación llevará a cabo la más pacifista y sólida revolución social formando pensadores, y no repetidores de ideas. Tal vez así dejemos de ser coleccionistas de lágrimas y nos transformemos en coleccionistas de esperanzas”.

El escritor Juan Manuel de Prada afirma contundentemente que las ideologías son jaulas mentales. Pretendemos entonces encerrar la grandeza del alma humana en una cuadrícula, en un remoquete, en un calificativo; para así desprendemos de la posibilidad a veces compleja, de humanizar la humanidad.

¿Qué nos queda entonces para extraernos de la pobre realidad de las ideologías? ¿Cómo hacemos para cumplir con el objetivo de venir al mundo a vivir y no simplemente a existir? Es allí en donde entra la idea del emprendimiento, no como una simple moda, sino como una herramienta, la más poderosa, para sacar un sueño de las entrañas y volverlo realidad. El emprendimiento como una revolución ante las ideologías, una revolución de responsabilidad individual, una forma de ocuparnos de nosotros mismos sin culpar a los demás, sin repetir ideas.

El emprendedor encuentra la revolución en solucionar la vida de los demás y no en crear resentimientos, señalamientos y dolores. El emprendedor se nutre de la creación de abundancia para todos y no de las lágrimas de los demás. El emprendedor se alimenta del progreso y no de la pobreza.

Hace muchos años un señor llamado Gonzalo Mejía, liderando la sociedad de mejoras públicas de Medellín, donó parte de uno de sus predios a la ciudad para incursionar en el mundo de los aeropuertos. Algunos incautos crearon un caos completo tratando de distorsionar la real intención de la Donación, a lo que este emprendedor respondió: “Mi negocio es el progreso”.

Dejemos atrás las cuadrículas, las jaulas mentales, y promovamos con nuestra existencia la gran revolución de emprender, la revolución como bien menciona un amigo, del “rigor”; pues estar vivos y tomar la decisión de servir y luchar por los demás, ya es un emprendimiento en sí mismo.

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