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Analistas 05/11/2022

La mentira de la economía popular

Roberto Rave Ríos
Presidente ejecutivo Laick - Cofundador Libertank

La economía popular es definida como aquella en donde: “Toda persona de manera independiente ya sea en forma individual o colectiva, realiza una actividad creadora y productiva por cuenta propia”.

En los últimos años nos hemos dedicado con más fuerza a crear definiciones y calificativos que separan y polarizan más nuestras sociedades. Cargamos de contenido las palabras, no con el ánimo de inspirar sino de dividir y en ocasiones no sabemos ni lo que estamos diciendo pero lo decimos porque es una moda incentivar la verborrea con ínfulas de intelectualismo para llenar los vacíos y poner murallas entre “unos y otros”. Todo inicio con el cuento del pueblo y los sometedores, los empresarios y los trabajadores, luego los ricos y los pobres, los hombres y las mujeres, los hijos y los padres y así continuamos haciéndole juego al algoritmo del odio y la división.

En particular en este artículo quiero explorar la diatriba lingüística de la “economía popular”. Es por esto que se hace relevante abrir las puertas de esos micro relatos: Mi abuelo se ufanó toda su vida de ser arriero llevando carga de un municipio a otro a lomo de mula. No hizo ni siquiera básica primaria y aprendió a leer a sus 34 años. ¿Yo como su nieto vendría siendo parte de lo que algunos llaman pueblo? O después de haber culminado mis estudios con Icetex me transforme entonces en la “clase rica”. ¿Estoy entonces condenado a fracasar para poder continuar perteneciendo a ese grupo que llaman: “pueblo”? En otro de los ejemplo, un señor inició en el garaje de un barrio con pocas oportunidades, un negocio arreglando lavadoras y licuadoras. Hoy es dueño de HACEB, una de las grandes compañías Colombianas. En que momento Jose Maria Acevedo paso de la “Economia popular” a la Economia de los “ricos”? ¿Lo obligamos a quedarse entonces en el garaje de su casa? Otro ejemplo es el de la industria de los creadores de contenido llena de historias de superación, de jóvenes que vienen de los lugares más complejos y han logrado por medio de las redes sociales, crear empresas relevantes en la economia. ¿Ellos hacen parte de lo que llaman entonces economía popular?

Las grandes empresas, casi en su totalidad, han partido de historias de superación poco conocidas, pero reales. Todas han surgido de la llamada economía popular porque todos somos del pueblo, todos somos el pueblo. No es cierto que exista una economía popular y otra economía que es la de la “clase rica”. Lo que es comprobable es que existe una economía formal y una economía informal y que el mayor obstáculo para que un sueño empresarial avance es la hondonada de reglas, impuestos y reformas planteadas desde el gobierno. Hernando de Soto, uno de los economistas más estudiosos en el asunto de la informalidad, ha repetido que no hay que “formalizar la informalidad sino informalizar la formalidad”, hacerla más simple, más concisa, más asequible. Contrario a lo que se debería hacer, vemos que en Latinoamérica los gobiernos profundizan la informalidad complejizando el sistema y para sumar, han simulado una batalla en donde dividen la población entre empresarios y no empresarios; cuando todos en cuestión, somos empresarios, emprendedores o como se le quiera llamar a una familia promedio Colombiana que debe ingeniárselas para salir adelante. A tal cuestión también cabría volver sobre la siguiente pregunta: “¿Cuando Don Jose Maria Acevedo inició Haceb en el garaje de su casa era o no empresario? ¿Cuándo Steve Jobs y Steve Wozniak iniciaron apple en un garaje prestado, eran o no empresarios? ¿Por qué cuando estaban en sus garajes, sin un centavo, eran buenos y dignos para la sociedad y hoy son vistos por muchos como unos ricos inconscientes privilegiados?

Una sociedad que condena al exitoso, una sociedad que motivada por sus líderes políticos señala con el dedo del rencor y la envidia a quienes lo han logrado, es una sociedad destinada al fracaso.

La usabilidad separatista del concepto de pueblo y de lo popular es casi graciosa en medio de un pais orgulloso de sus raíces humildes, de sus historias de superación, de su pasado campesino, de sus ancestros forjados a lomo de mula, azadón y esfuerzo.

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