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Analistas 12/11/2021

Fertilizantes: Jaque a la Economía

Rodolfo Correa
Expresidente Consa

El alto costo de los fertilizantes químicos tiene al borde de la quiebra a los agricultores del país. Un bulto de este insumo pasó de $65.000 hace algún tiempo a valer hasta $145.000 hoy. Lecheros, productores de hortalizas, de carne, de frutas, de granos y de todos los rubros agroproductivos se ahogan ante la mirada impávida de una sociedad que no sabe como reaccionar a esta crítica realidad que tiene en jaque la economía nacional.

¿A qué se debe esta anomalía económica? Comencemos por decir que la base central de la fertilización de suelos es la combinación de tres elementos: fósforo, potasio y nitrógeno, siendo su consumo mayor a través de la denominada “urea”. Ninguno de ellos se produce en Colombia, luego dependemos del suministro externo de los mismos, desde países como Rusia, Estados Unidos, Canadá, China, etc.

Esa dependencia externa en el suministro de fertilizantes es casi de 100% y por lo tanto el costo de los mismos está atado a factores como el precio del dólar y a los costos vinculados a la logística y el transporte internacional de mercancías. Estas dos circunstancias, por ejemplo, han atravesado este año picos históricos de complejidad, pues el valor de la moneda norteamericana, en relación con el Peso colombiano, es muy elevado y, en lo que respecta a la logística, el panorama es más oscuro aún pues actualmente el mundo comercial afronta la denominada “crisis de los contenedores”, que se asocia a la retención y embolletamiento naviero que se sufre en los principales puertos marítimos del mundo.

Este panorama, que pareciera tan ajeno a nuestra vida cotidiana no lo es realmente, pues al subir el costo de los fertilizantes agrícolas se impacta el precio final de los alimentos y, de otro lado, se pone en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria nacional, pues además de no tener control sobre los insumos requeridos para producir nuestros alimentos, el alto costo de ellos convierte la actividad agropecuaria en una industria improductiva, ineficiente y sin rentabilidad. Así ¿Quién se le apunta a este plan?

¿Quién puede realmente ayudar en estas circunstancias? ¿El Estado? Pues en una economía abierta, como en la que estamos inmersos, las limitaciones del Gobierno en la intervención económica se hacen evidentes. La intervención tradicionalmente se ha limitado a estrategias proteccionistas o incluso algunos se atreven a sugerir que sea el Gobierno el que fije los precios de los insumos. Nada más descabellado, pues sencillamente las multinacionales tomarían la decisión de no vendernos más productos pues el consumo de fertilizantes en Colombia repre- senta apenas el 0,5% del consumo mundial y, ahí sí, sería peor la cura que la enfermedad.

En ese orden de ideas, cualquier intervención del Estado en la economía debe hacerse de manera prudente y dentro de las leyes propias del mercado libre, para impulsar la equidad en las condiciones para competir y no para intentar arrasar a un actor o sector específico.

Es por ello que en Antioquia se trabaja en la creación de un modelo de sociedad de economía mixta en el que se articule el sector público y privado para constituir una entidad que se encargue de la importación directa de insumos químicos, donde el margen de utilidad sea el mínimo posible para trasladar los excedentes en favor de los agricultores y simultáneamente se convierta esta crisis en la mejor oportunidad para la transición ecológica promoviendo la producción y comercialización de abonos orgánicos de alto rendimiento, para que la producción sostenible no solo la salvación de nuestra economía sino también del planeta, considerando que la producción de alimentos en el mundo genera casi la mitad de gases de efecto invernadero.

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