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Un informe de la organización Verisk Maplecroft asegura que, en el mundo, se producen más de 2.100 millones de toneladas de desechos cada año. En Colombia, por ejemplo, generamos más de 12 millones de toneladas de residuos sólidos al año. De eso, solo se recicla 17%. El problema con esta aterradora cantidad de desechos es que, en muchos casos, no son procesados correctamente. Y así, acabamos con los ecosistemas que son críticos para nuestra supervivencia, acelerando y agravando el cambio climático, que es una gran amenaza para el planeta.
¿Qué hacer, entonces, con tanta basura? Pues el ideal sería producir menos basura, aunque, reconozcámoslo, aún estamos lejos de lograrlo. Pero mientras tomamos consciencia de eso, Noruega halló una solución innovadora para el problema de sus desechos que, además de mitigar el impacto sobre el planeta, genera energía útil y produce ganancias.
¿Cómo es eso posible? En varias plantas de recuperación de energía, que son inmensas moles de concreto, miles de toneladas de basura son amontonadas y transportadas hacia vertederos. Allí se hace una preselección para recuperar todo lo reciclable. Luego, tonelada por tonelada, los residuos caen en un incinerador a 850 grados celsius. En ese momento, estos residuos cobran utilidad, porque se convierten en combustible más barato que los combustibles fósiles. Así, en Noruega, logran menos desperdicios y obviamente, menor contaminación.
La combustión y el calor que generan el incinerador de desechos hierven el agua en enormes contenedores. El vapor resultante impulsa una turbina que produce electricidad, almacenable y transportable. El agua hirviendo se canaliza hacia casas y escuelas públicas de Oslo. Así, este sistema provee calor y electricidad a todas las escuelas y más de 56.000 hogares de Oslo. Recordemos, además, que Noruega es un país nórdico y en consecuencia, invernal.
Ha sido tan efectivo este proceso, que ahora Noruega importa miles de toneladas de basura de Leeds y Bristol, en Reino Unido. Y aquí está la cereza del pastel: estas ciudades ya no pagan para que su basura sea llevada a los rellenos sanitarios, le pagan a Oslo para que se ocupe de ellos. Es decir, que Oslo recibe dinero por recibir la basura y además genera energía a partir de ella. Y es que cuatro toneladas de residuos producen la misma energía que una tonelada de combustible. Es tal el alcance, que incluso una flota de buses de Oslo es alimentada por biogás creado a partir de la materia orgánica en descomposición de la ciudad. Un kilogramo de residuos orgánicos puede producir medio kilogramo de combustible.
Con esto, Noruega transforma en energía limpia las 300.000 toneladas anuales de basura que no pueden ser recicladas y que, ahora, ya no paran en los rellenos sanitarios. Así, el país nórdico logró un mejor nivel de autosuficiencia energética. Además, gracias a sus estrictos controles de gases por la combustión, logró reducir a la mitad las emisiones de carbono.
Esta es, sin duda, una solución innovadora y amigable con el medio ambiente, que debería ser replicada en todo el mundo, adaptándose, por supuesto, a las necesidades energéticas de cada ciudad. Con ella, y eso sería un gran logro, daríamos un nuevo uso a los residuos que generamos generando dinero y no basura.