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Hay quienes satanizan el petróleo asociándolo a la contaminación ambiental generada por la industria del transporte, pero están equivocados. Con el petróleo no solo se produce la gasolina y demás combustibles y lubricantes de la industria automotriz y del transporte en general. Dentro de esta actividad productiva existe una rama de la química conocida como la Petroquímica, que estudia la transformación del petróleo crudo y el gas natural en productos o materias primas útiles. de donde se derivan directa o indirectamente elementos como plásticos, jabones, detergentes, insumos farmacéuticos como aspirina, fibras sintéticas para ropa, pinturas, etc., etc.
Todos estos productos mencionados anteriormente son muy importantes en nuestra vida diaria, pero hay una actividad que depende de la petroquímica y que, además de ser importante, es vital para la existencia del orden social y económico: la agricultura. Es decir, la producción de comida.
Sí, la petroquímica es la base para el desarrollo de la actividad agrícola pues de aquella depende la producción de fertilizantes, insecticidas, herbicidas, fumigantes y demás insumos esenciales para alimentar los 50 millones de colombianos.
Derivado de esto, tomar la decisión de eliminar la exploración y posterior explotación de petróleo es derrumbar la economía colombiana y renunciar a la posibilidad de recuperar nuestra soberanía alimentaria pues sin petróleo jamás, óigase bien, jamás, podremos pensar en desarrollar una industria de transformación y generación de valor agregado al crudo que permita activar nuestra producción de fertilizantes agrícolas y demás insumos que hoy son la principal causa de la inflación alimentaria que vive el país.
Ahora bien. Reclamar racionalidad en el tratamiento de la economía y realismo al momento de proyectar su sostenibilidad económica, no significa renunciar de ningún modo al proceso de generación de sostenibilidad ambiental que es igualmente inevitable e inaplazable.
Es claro que en la medida en que avancemos en el establecimiento de una industria petroquímica es indispensable que en forma simultánea avancemos en la formulación y ejecución de un plan de transición ecológica para el desarrollo de una agricultura sostenible que implique la industrialización de la producción de abonos orgánicos y la sustitución progresiva de los fertilizantes químicos, pero esto tardaría aproximadamente 20 años, tiempo requerido para una transformación cultural plena y momento en el cual, seguramente, la capacidad de producción de petróleo no será igual de potente a la de hoy.
A esto le llamamos prudencia, responsabilidad y seriedad en el manejo de una transición necesaria, pero que no puede, de ningún modo, ser un suicidio económico, político y social.
El mundo seguirá consumiendo petróleo y derivados de la industria petroquímica así Colombia produzca o no. Renunciar a la exploración y explotación petrolera es renunciar al ingreso de US$70 millones diarios; es decir, abandonar el petróleo es una inútil inmolación en el altar del populismo, solo para seducir aquellos que creen que no se puede ser sostenible si tenemos industria petrolera.