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El resultado de las elecciones para conformar el Bundestag tiene una importancia que trasciende las fronteras de la República Federal Alemana. Ha sido recibido con un suspiro de alivio por las autoridades de París y de Bruselas. Garantiza la prolongación de la estrecha relación con Francia, lo cual, a su vez, tiene implicaciones favorables para el fortalecimiento de la Unión Europea.
Con la perspectiva de iniciar un cuarto período en el cargo de Canciller, Angela Merkel alcanzaría una trayectoria gubernamental comparable a las de Konrad Adenauer y Helmut Kohl. Su triunfo electoral, aunque menos contundente de lo que hubiera sido deseable, representa un voto de confianza en el manejo que le ha dado a la economía y a la política exterior de Alemania. Su meta no ha sido conformar una Europa alemana, sino consolidar una Alemania europea.
Sin habérselo propuesto, y como consecuencia del aislacionismo populista de la administración Trump, Angela Merkel ha tenido que llevar la vocería de Occidente y asumir la defensa de los valores de la democracia liberal. Habida cuenta de su aversión al protagonismo y a las actitudes jactanciosas, comparte esa responsabilidad con Emmanuel Macron de Francia y Justin Trudeau de Canadá. Por fuerza de los hechos, dada la dimensión geopolítica de Alemania y el tamaño de su economía, el liderazgo de Merkel va a ser decisivo para impulsar el proyecto de unificación europea, defender el libre comercio, combatir el cambio climático y mantener vigente la cooperación para el desarrollo.
La decisión anunciada en 2015 de acoger en Alemania cerca de un millón de refugiados provenientes de Siria y de otras naciones islámicas, tuvo un costo político interno y fue motivo de desencuentros con representantes de gobiernos amigos. Esta medida fue duramente criticada por Donald Trump durante la campaña presidencial y ha causado fricciones con países de Europa Oriental. Por haber crecido en la República Democrática Alemana, bajo un régimen comunista, Merkel le asigna un papel prioritario al imperio de la ley y a la lucha por defender los valores liberales. Cuando Viktor Orban, el dirigente autoritario de Hungría, propuso en una cumbre de la Unión Europea construir un muro para impedir la llegada de refugiados, ella le respondió: ‘Yo viví durante suficiente tiempo detrás de un muro. Eso no es algo que quisiera volver a hacer.’
Como resultado de un retroceso electoral, el Partido Social Demócrata decidió retirarse del gobierno y pasar a la oposición. Esto va a requerir formar una nueva coalición gubernamental integrada por el partido mayoritario de centro derecha, CDU-CSU, el Partido Verde, de orientación ecológica y el Partido Democrático Libre, de orientación liberal. Los tres partidos coinciden en apoyar las directrices políticas actuales en favor de la Unión Europea, la Otan y la cooperación internacional. Un aspecto preocupante es la llegada al Bundestag del partido nacionalista xenófobo, Alternativa para Alemania. El reto externo de Angela Merkel será fortalecer la unificación europea a pesar de la animadversión de Washington y Moscú.