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Al finalizar el mes de agosto es posible formarse una idea aproximada acerca del desempeño del año en curso. La tarea que reclama la atención de los analistas y de quienes asignan recursos de inversión, es la de predecir las condiciones que prevalecerán en los próximos doce meses. Eso requiere interpretar tendencias, dejando un margen de error por concepto de factores imprevisibles.
En base a la información disponible puede afirmarse que la economía colombiana tendrá un comportamiento favorable en el año 2014. El crecimiento es vigoroso, con inflación baja; hay un buen ritmo de inversión; aumenta la creación de empleo y disminuye el índice de pobreza. En cierta forma ese resultado está garantizado por el dinamismo que se observa en la actividad económica durante los primeros ocho meses del año. Los empresarios y los observadores externos concuerdan con ese análisis.
La discusión técnica actual gira alrededor de la sostenibilidad de ese ritmo de crecimiento y de la evaluación de los obstáculos previsibles. Un interrogante que concierne a la autoridad monetaria es si existe o no una diferencia entre el crecimiento registrado y el PIB potencial; es decir, lo que se considera como el crecimiento potencial de la economía. Esa diferencia es la denominada brecha del producto. El cierre de la brecha del producto significa que la economía está operando a plena capacidad. Si se considera que el PIB potencial es mayor que el crecimiento registrado, pueden implementarse políticas expansivas, sin temor a inducir un recalentamiento económico. La conclusión contraria se derivaría del convencimiento que la brecha del producto se ha cerrado y que, por lo tanto, sería desaconsejable tratar de forzar un ritmo de crecimiento mayor al que surge de la plena utilización de los factores de producción disponibles.
Hay razones para pensar que el PIB potencial del país puede haber aumentado como consecuencia del crecimiento que ha tenido la inversión en bienes de capital y en tecnología durante los años recientes. De resultar cierta esa hipótesis, la brecha del producto seguiría existiendo y podría aspirarse a lograr un ritmo de crecimiento superior al actual, sin incurrir riesgos inflacionarios. Podría argumentarse que la economía todavía no está operando a plena capacidad con una tasa de desempleo de 9%. Tampoco se perciben señales de recalentamiento económico. La absorción de trabajadores informales en actividades laborales formales tiene el efecto de un incremento salarial, con la estructura de salarios nominales vigente. Por lo tanto, parecería prematuro empezar a preocuparse por la aceleración del crecimiento.
Como el PIB potencial no es cuantificable, estimar su magnitud es cuestión de criterio. Personas razonables pueden llegar a conclusiones diferentes respecto a su tamaño. La forma como se resuelva esa discusión influirá en las decisiones del Banco de la República sobre la tasa de interés.
En lo que respecta al año 2015, los riesgos que se vislumbran son los que se originan en restricciones de tipo fiscal, el intento proteccionista por cerrar la economía y el deterioro del entorno regional.