MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Mi padre, cuyo primer idioma extranjero era el francés, me decía que todo hombre tenía dos patrias; la propia y Francia. A partir del 4 de marzo de 2024, puede afirmarse que, además de ser la nación de los derechos humanos, Francia es la nación de los derechos de la mujer.
En un acto de afirmación democrática y unidad nacional, Francia ha consagrado el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo como una libertad fundamental protegida por la Constitución. La decisión parlamentaria, que contó con el apoyo gubernamental y el de todos los grupos políticos, fue de 780 votos a favor y 72 votos en contra. Con esta decisión, Francia, una democracia consolidada de prestigio mundial, anunciaba que, para suprimir los derechos de las mujeres francesas, sería necesario suprimir primero la democracia. Según el primer ministro Gabriel Attal, ‘Francia es hoy una pionera… y le dirá al mundo que, fiel a su herencia como la patria de los derechos humanos, lo es también, y sobre todo, la de los derechos de la mujer.’
En concordancia con la concepción universal de sus valores, el presidente de Francia Emmanuel Macron anunció el 8 de marzo que Francia propondría incorporar ese derecho en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Si bien esta reforma constitucional tiene trascendencia mundial, en sentido estricto, no es consecuencia de una necesidad nacional inatendida. Como resultado del reclamo de las feministas francesas a comienzo de la década de los años setenta, la ministra de Salud, Simone Weil, sobreviviente del Holocausto, obtuvo la aprobación de la ley que despenalizó el aborto en 1975. Desde entonces, el acceso de las mujeres al aborto legal hace parte del sistema nacional de salud y goza de un amplio apoyo social.
El evento que condujo a imprimirle carácter constitucional a un derecho ya existente fue la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de mayo de 2022, promovida por magistrados de extrema derecha, que eliminó el derecho constitucional al aborto que existía desde 1973. Esta decisión inusitada, por el hecho de suprimir derechos existentes, produjo un caos en el sistema de salud, al delegarles a los 50 estados la facultad de legislar sobre la materia. Algunos estados han procedido a criminalizar el aborto y a obstaculizar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. Los enemigos de la democracia también proponen declarar ilegal el aborto. Como consecuencia, las mujeres en Estados Unidos tienen ahora menos derechos que las que existen en las otras democracias occidentales.
En el siglo XIX, el poeta alemán Heinrich Heine proponía: ‘Elogiemos a los franceses. Se preocupan de dos de las mayores necesidades de la humanidad: la buena comida y la equidad cívica’. En el siglo XXI habría que agregar: También han puesto en evidencia el vínculo que existe entre la democracia y los derechos de la mujer.