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Pareciera innecesario señalar la importancia económica que tienen el sector financiero y el sector comercial. Ambos facilitan la distribución de una amplia variedad de bienes. El sector financiero actúa como el sistema nervioso de la actividad económica. El sector comercial de grandes almacenes promueve el aumento de la productividad por medio de su interacción con proveedores y con pequeñas y medianas empresas. En la coyuntura actual, el dinamismo del sector financiero y el sector comercial contribuyen a impulsar la reactivación económica.
Lo que motiva este razonamiento es el relato oficial que subestima estos servicios, creyendo que agregan poco valor, en comparación con la industria y la agricultura, los cuales serían considerados como los verdaderos creadores de riqueza.
El menosprecio de la banca y el comercio tiene antecedentes venerables. En la Edad Media, el cobro de intereses y el ánimo de lucro eran percibidos como perjudiciales e inclusive pecaminosos. En la etapa inicial de la disciplina económica hubo una escuela denominada de los fisiócratas que sostenía que sólo la agricultura y la industria creaban riqueza.
Estos planteamientos han sido superados. La autoridad eclesiástica rectificó su postura respecto al sector financiero y a la actividad comercial. En la actualidad, el Estado Vaticano tiene su propio banco, el Instituto per le Opere di Religione, (Instituto para las Obras Religiosas), el cual no ha estado exento de escándalos financieros debido a una supervisión laxa. La disciplina económica contemporánea ha relegado la tesis de los fisiócratas a la categoría de una curiosidad en la historia de las ideas.
La calidad del respectivo sector financiero es un indicador del nivel de desarrollo. Los países desarrollados y las naciones emergentes exitosas disponen de sectores financieros y comerciales fuertes. Esta es una característica de los países capitalistas, pero también es válida para la República Popular China.
El sector financiero también es un factor de poder nacional. Las Provincias Unidas, precursoras de Los Países Bajos, pudieron prosperar y sostener una guerra de independencia de ochenta años de duración contra el imperio español porque habían conformado un sistema financiero solvente. En el siglo XVII, Ámsterdam era el principal centro financiero del mundo. Los ingleses siguieron el ejemplo y tomaron el relevo. En el siglo XVIII, su sistema financiero, respaldado por el Banco de Inglaterra, le transfirió la primacía a la ciudad de Londres y le permitió al gobierno británico financiar el esfuerzo marítimo y militar requerido por una potencia mundial.
La banca colombiana es una eficaz aliada del desarrollo nacional. La composición de su cartera permite observar su estrecha relación con la industria, la agricultura, la construcción de vivienda y la infraestructura. Participa activamente en la financiación del comercio exterior. Promueve la inclusión financiera y la modernización tecnológica.
Los grandes almacenes están brindándoles canales de comercialización a los agricultores y a los industriales. Estos dos sectores son valiosos protagonistas del progreso.